En las últimas décadas, la historia de la diplomacia ha sido uno de los muchos campos historiográficos que ha experimentado el influjo del cultural turn. Dejando en segundo plano los objetivos políticos y económicos que guían las relaciones entre entidades políticas, el análisis ha comenzado a priorizar cada vez más la dimensión sociocultural de la diplomacia, sus protagonistas y sus prácticas de negociación. Debido a la presencia de una amplia variedad de poderes políticos, confesiones religiosas y culturas diversas, el Mediterráneo se ha convertido en el principal escenario de esta “nueva historia de la diplomacia”, reafirmando la importancia de este mar como un laboratorio único para la reinterpretación crítica de los procesos de negociación entre diferentes civilizaciones.
En este sentido, las numerosas investigaciones que han centrado su atención en las negociaciones diplomáticas que caracterizaron el mundo mediterráneo han sido de gran utilidad para comprender la heterogeneidad y la amplia gama de articulaciones de los contactos interculturales entre imperios, sus protectorados y aliados, y otros pequeños estados. En particular, el examen de los intermediarios que actuaron en este contexto ha permitido observar de cerca el complejo desarrollo del diálogo entre poderes cristianos y musulmanes. Sin embargo, aunque se han subrayado varios patrones que configuraron dichos contactos, el interés de embajadores, agentes diplomáticos e intermediarios en participar en las negociaciones no parece haber recibido la atención que merece.
A partir de esta consideración, el presente volumen analiza la diplomacia en el Mediterráneo de la Edad Moderna desde la perspectiva de sus actores. Busca comprender cómo estos actores conciliaban sus intereses personales con lealtades múltiples, aprovechando tanto la enemistad confesional común como las rivalidades político-comerciales entre las distintas potencias mediterráneas. Según esta propuesta, todos aquellos agentes que facilitaron el contacto en esta porosa frontera (gobernadores, cónsules, mercaderes, órdenes religiosas, conversos y comunidades diaspóricas de judíos y moriscos) dejan de ser simples negociadores circunstanciales para convertirse en grupos y familias con ambiciones propias dentro de los equilibrios diplomáticos (privilegios comerciales, ascenso social, carreras políticas, etc.), llegando incluso a formar sagas y redes familiares con generaciones de servicio ligadas a las dinámicas y necesidades fronterizas. Este enfoque ofrece una excelente oportunidad para explorar un campo de análisis fructífero que puede enriquecer nuestra comprensión de la diplomacia islámico-cristiana en la Edad Moderna.