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de población civil–, o más recientemente enclaves , pero no debemos
olvidar que en esa época su función era la de guarniciones militares, y
que algunas de estas plazas apenas tenían población que no fuera
militar, o dependiera de las consignaciones económicas despachadas
por orden del Consejo de Guerra. Ese fue el factor más característico
de este conjunto de territorios bajo dominio español, los cuales
dependían enormemente de la administración militar, y de que ésta les
enviara casi todo lo que necesitaban para sobrevivir al acoso de sus
enemigos musulmanes.
Desde mediados del siglo XVI la política defensiva española se
componía de varias líneas fronterizas distantes de la península que
mantenían alejados a sus potenciales enemigos. El sistema defensivo
de las costas peninsulares disponía de tres líneas de contención. La
primera estaba constituida por las guarniciones norteafricanas,
situadas en zonas costeras, y su misión era ocupar los mejores puertos,
desviar la presión musulmana, y reducir la piratería sobre las costas
peninsulares. Con ello se canalizaban las ofensivas musulmanas hacia
puntos bien defendidos y dotados con fortificaciones abaluartadas, en
donde los españoles eran militarmente superiores. La flota de galeras
–y las otras armadas de la monarquía– era la segunda línea de defensa,
ya que contribuía a alejar el peligro de las costas, pero tras la batalla
de Lepanto (1571) las escuadras de galeras fueron progresivamente
perdiendo importancia y efectivos, hasta que a finales del siglo XVII
sólo se podían reunir algo más de una veintena de unidades entre
todas las escuadras que mantenía España . A esas alturas las galeras
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eran demasiado costosas, y a pesar de su capacidad de maniobra y
velocidad, técnicamente habían quedado desfasadas ante la mayor
capacidad de fuego que ofrecían los nuevos barcos de vela, más ligeros
y con más potencia artillera. En la península se completaba el
dispositivo con la presencia de tropas acuarteladas en territorios
costeros para evitar cualquier desembarco, manteniéndose pequeñas
guarniciones fijas en las costas andaluzas y levantinas, que, junto con
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las torres costeras, se encargaban de la vigilancia . Unas guarniciones
21 F.J. Calderón Vázquez, Fronteras, identidad, conflicto e interacción, Los presidios
españoles en el Norte Africano, Eumed, Madrid, 2008, p. 9.
22 En 1690 la escuadra de España contabilizaba 8 galeras, 2 la de Cerdeña, 4 la de
Génova y 6 la de Nápoles; sin que sepamos cuantas aportaba Sicilia. Junta de Galeras, 21/1
y 21/3/1690. Ags, Ga, leg. 3.790. Carta del duque de Tursi, Génova, 26/1/1690. Ags, Ga,
leg. 3.799. Carta del duque de Veragua, Cartagena, 11/12/1690. Ags, Ga, leg. 3.802.
23 J. Contreras Gay, Consideraciones generales sobre la defensa de la Península entre
1580 y 1640, en Mediterráneo: hechos de relevancia histórico-militar y sus repercusiones
en España: V Jornadas Nacionales de Historia Militar, Universidad de Sevilla, Sevilla,
1998, pp.647-664.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVI - Aprile 2019 n.45
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)