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                   En 1590, el extremeño Diego Mateos se dirige a un hermano suyo
                que se ha instalado unos años antes en Nueva España. La carta está
                llena de reproches pero lo esencial está constituido en la tentativa del
                remitente en convencer a su hermano de no pasar a Perú como parece
                haberlo planeado. Unos años más tarde, en 1596, Mari Plazuela es-
                cribe a su hijo Martín de Alcudia que ha ido en compañía de un her-
                mano a Puebla de los Ángeles y luego a Manila. La madre está preo-
                cupada porque ha oído decir que Martín está pensando ir solo a China.
                Por fin, en, 1619, el portugués Simao Dias Enriques, afincado en la
                ciudad  brasileña  de  Olinda,  manda  un  billete  a  su  hermano  Juan
                Mendes Enriques que está en Luanda. En este último caso las pocas
                líneas del texto se refieren a asuntos comerciales.
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                   A través de estos cuatro casos ya aparecen gentes de condiciones
                distintas y espacios muy alejados los unos de los otros.  Entre los ele-
                mentos presentados dos me parecen merecer estar particularmente
                destacados porque tienen una fuerte resonancia con el dossier de ar-
                tículos aquí presentado. El deseo de un extremeño de ir desde Nueva
                España a Perú y el de un joven andaluz de abandonar las islas Filipi-
                nas para descubrir China prueban que las movilidades no son unidi-
                reccionales. Durante décadas se han multiplicado los estudios de las
                corrientes migratorias desde Europa hacia América. Su examen es im-
                prescindible. Pero hay otras migraciones, como lo enseña la aporta-
                ción de Mariano Bonialián. Su estudio del viaje del navío Nuestra Se-
                ñora  del  Rosario  desde  Perú  hacia  Asia  es  muy  próximo  temporal-
                mente y espacialmente al proyecto de Martín de Alcudia que acabo de
                citar. No faltan iniciativas de largo recorrido que toman forma en Amé-
                rica.
                   Sin embargo uno de los trabajos aquí presentados se refiere a em-
                presas organizadas desde la Vieja Europa. Pero se aparta de los cáno-
                nes del estudio ordinario de las emigraciones en dirección de los terri-
                torios americanos de las monarquías ibéricas. Darío Barriera restituye
                el desarrollo de la expedición francesa capitaneada por Bougainville
                hacia las islas Malvinas en 1763-1764. Es el último y poco conocido
                episodio de la continua ambición francesa en implantar una “Francia
                antárctica” manifestada ya en 1555 por Villegagnon en la bahía de
                Guanabara.  El  objetivo  era  instalar  en  1764  una  colonia  llamada
                Nueva Acadia en referencia al territorio perdido en 1760 frente a los
                ingleses. Algunos acadianos eran miembros de la expedición.
                   Las cuatro otras contribuciones son rigurosamente americanas. Dos
                de ellas, las de Miriam Moriconi sobre las esclavizadas del Río de la
                Plata y la de Luis Miguel Córdoba sobre las licencias otorgadas a ex-
                tranjeros  en  Cartagena,  escrudiñan  las  andanzas  de  inmigrados


                   2  R. Sánchez Rubio, I. Testón, El hilo que une cit., pp. 53, 200, 235, 309.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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