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                 La gracia

                     Las aspiraciones de los cuatro mediadores de la monarquía que
                 son objeto de este estudio, fueron respondidas en tiempos diversos y
                 de maneras distintas por la gracia de los reyes a quienes sirvieron. En
                 tres casos, los de Sousa, Tapia y Manso, su ingreso en la nobleza
                 titulada estuvo ligado a su participación en la arquitectura sinodal de
                 la  corte  de  Madrid.  Su  acción  como  miembros  de  los  consejos
                 territoriales marcó un punto decisivo de su acceso a la gracia real.
                 Henrique de Sousa fue nombrado miembro del Consejo de Portugal en
                 1613; Carlo Tapia, después de consolidar su fulgurante carrera judicial
                 en diversos foros del reino de Nápoles, fue llamado al Consejo de Italia,
                 del que fue regente entre 1612 y 1624. En tanto que Francisco Manso,
                 tras desempeñar cargos medios en el Consejo de Hacienda, fue hecho
                 consejero de Indias en 1622, cargo que retuvo cuando llevó a cabo su
                 arzobispado en México y del que sólo quedó fuera al ser presentado
                 para el arzobispado de Burgos.
                     El caso de Esteban Marañón fue distinto. Su nombramiento como
                 alcalde  del  crimen  de  la  Audiencia  de  Lima,  la  más  acaudalada
                 jurisdicción  de  las  Indias  Occidentales,  constituyó  un  punto  de
                 arranque  para  el  reconocimiento  de  los  méritos  y  servicios  que
                 acumulaba desde sus actuaciones como alcalde mayor en Orán. El
                 ámbito indiano donde Marañón encontró la gracia real. Doña Silvia de
                 Aranda, viuda del soldado letrado, se lamentaba ante el Consejo de
                 Indias  por  el  empobrecido  final  de  su  marido,  cuyo  entierro  pudo
                 efectuarse gracias a las limosnas de los vecinos de Quito. Pero fue
                 precisamente  en  esta  capital  de  la  monarquía,  donde  Marañón
                 ascendió más alto, como presidente de la Audiencia Real, y donde
                 encontró los medios para enganchar a su hijo con don Beltrán de
                 Castro,  una  de  las  vertientes  de  los  condes  Lemos,  que  entonces
                 comenzaba su acenso en la corte de Madrid .
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                     A diferencia de la familia Marañón, varada en Quito al alba del
                 siglo XVII, don Henrique de Sousa nació en el seno de una familia
                 noble. Fidalgo portugués, Sousa heredó, por vía paterna, los señoríos
                 de Oliveira do Bairro y Miranda do Corvo, y por la de su madre, los de
                 Vauga y Podentes. Más tarde, don Henrique fue nombrado alcalde
                 mayor de Arronches y después comendador de la albaladía de la orden
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                 de Santiago . Sin embargo, su mayor recompensa sobrevino en marzo
                 de 1611, cuando recibió el título de conde de Miranda do Corvo con



                    78  V. Favarò, Los Lemos..., cit.
                    79  Manuel  de  Sousa,  Theatro  histórico,  genealógico,  y  panegírico  erigido  a  la
                 inmortalidad de la Excelentissima casa de Sousa…, Imprenta real, París, 1694, p. 794.


                 Mediterranea - ricerche storiche - Anno XV - Dicembre 2018     n.44
                 ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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