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452 Gibran Bautista y Lugo
las directrices de la corona fueron muchas veces en un sentido
distinto, los llevaron a entender la justicia como un espacio de
negociación para sobrevivir y conseguir estabilidad.
Por su parte, Manso y Tapia se formaron en tiempos de relativa paz,
de tregua, es decir del ejercicio de la guerra por medios de disuasión,
aprendieron a traducir las antiguas ideas del contractualismo en las
prácticas de concertación de las distintas jurisdicciones. Al llegar la
nueva guerra, buscaron consensos al interior de las jurisdicciones que
gobernaron, extendiendo el ejercicio de la autoridad real a costa de las
enormes prerrogativas que cedieron a los grupos locales como la nobleza
de seggio, en Nápoles y los grandes mercaderes en México.
Los testimonios aquí descritos ofrecen pistas fragmentarias de las
experiencias vividas. No obstante es posible estudiarlas en sus
confluencias: los oficiales reales presentados se vieron inmersos en la
guerra; fueron portadores de la justicia del rey en diversos territorios,
sus foros abrieron espacios de negociación continua a escala local;
finalmente, cada uno de ellos presentó sus méritos ante diversas
instancias de la autoridad real, en espera de la gracia de su señor.
Guerra, justicia y gracia fueron momentos en las vidas de estos
hombres que los convirtieron a ellos, a sus familias y a sus clientelas,
en constructores de la monarquía.
Aunque las trayectorias de los agentes del rey aquí evocadas
fueron diversas, sus actividades los llevaron a situarse entre la
autoridad real y el poder de los vecinos en distintas ciudades de la
monarquía y a diversas escalas en la jerarquía de la jurisdicción real.
Al ponderar las cuatro trayectorias, es posible encontrar similitudes
en la actuación de estos agentes de la monarquía en los escenarios de
guerra que pusieron a prueba sus capacidades. Cada uno de ellos
desempeñó el papel que la real voluntad de sus respectivos reyes les
designó. No obstante, las diferencias permiten ver el engarce de sus
vidas con los procesos más generales.
Los dos primeros, Marañón y Sousa, vivieron sus principales
experiencias bélicas cuando eran jóvenes, en los años veinte de sus
vidas. En cambio, Manso y Tapia, ya eran encumbrados servidores del
rey cuando se vieron ante una guerra de proporciones descomunales
que marcó el reinado de Felipe IV. Así, en cierto sentido, se puede
afirmar que mientras Esteban Marañón y Henrique de Sousa fueron
guerreros que se transformaron en ministros, Francisco Manso y Carlo
Tapia fueron ministros que debieron hacer las veces de guerreros…
Entre los dos primeros y los dos últimos, los tiempos de la monarquía
habían cambiado. La generación de aquellos construyó el mundo en el
que crecieron éstos.
En el ámbito de la guerra, las décadas que separan las experiencias
de Marañón y Sousa, de las de Manso y Tapia fueron aquellas en que
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XV - Dicembre 2018 n.44
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)