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                imprudencia, la rápida actuación de tres lacayos permitió rescatar al
                aterrorizado  soberano,  impidiendo  que  fuera  arrastrado  por  la  co-
                rriente como el animal .
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                   La experiencia vivida por Carlos II, todavía bisoño en el arte de la
                equitación, tuvo lugar apenas un mes después de la solemne cabal-
                gata que recorrió las principales calles de Madrid con ocasión de la
                recuperación de la ciudad de Messina. En aquella salida pública desde
                el Palacio Real hasta el convento de Nuestra Señora de Atocha, el rey
                mostró públicamente sus aptitudes en la monta ecuestre. Esta dote,
                fundamental en el oficio de la majestad, no debía ser inherente en el
                joven monarca. Según las murmuraciones cortesanas, el propio dom
                Duarte afirmó cómo el equino estuvo «toda a noite em centinella» y,
                por la mañana, «andou hum homen correndo até o cansar» para do-
                marlo y prevenir cualquier accidente durante el recorrido . No se tra-
                                                                        3
                taba de una función menor. Tras las jornadas reales a Aragón para la
                jura de los fueros y demostrar la unión política del soberano con sus
                vasallos,  las  diversas  interpretaciones  coetáneas  sobre  la  aparición
                ecuestre de Carlos II ponen de relieve la trascendencia del acto . En
                                                                               4
                esta representación se puso de manifiesto la rigurosa observación del
                ceremonial cortesano, el desarrollo de tan solemne festividad, la cali-
                dad social y política de los asistentes y, en definitiva, el simbolismo
                que rodeaba a la real acción de gracias por el restablecimiento de la
                autoridad hispana en el reino de Sicilia.


                Restituir Messina: la conservación territorial de la Monarquía en
                un tiempo de tribulación

                   La revuelta de Messina, espoleta de un conflicto de amplio calado
                en el Mediterráneo central, estalló el 7 de julio de 1674 . El inopinado
                                                                     5
                levantamiento político, en cambio, llevaba anunciándose desde tiempo
                atrás. Las diferencias existentes entre las dos urbes principales del
                reino sículo, Palermo y Messina, se habían acrecentado en la segunda
                mitad del siglo XVII. Esta disputa no era nueva. El éxito de la Sicilia


                   1  Carlos II aprendió a montar a caballo con cerca de diez años. G. Maura Gamazo,
                Vida y reinado de Carlos II, Aguilar, Madrid, 1990, p. 129, nota 5.
                   2  Antt, Ministério dos Negócios Estrangeiros, Caixa 913. Minuta de carta de Duarte
                Ribeiro de Macedo al secretario de Estado portugués. Madrid, 19 de mayo de 1678.
                   3  Antt, Ministério dos Negócios Estrangeiros, Caixa 913. Minuta de carta de Duarte
                Ribeiro de Macedo al secretario de Estado portugués. Madrid, 5 de mayo de 1678.
                   4  F. Fabro Bremudans, Viage del rey nuestro señor don Carlos II al reyno de Aragón,
                Imprenta de Bernardo de Villadiego, Madrid, 1680.
                   5   F.  Benigno,  Lotta  politca  e  sbocco  rivoluzionario:  rifflessioni  sul  caso  di  Messina
                (1674-1678), «Storica», 13 (1999), pp. 7-56.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVII - Aprile 2020
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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