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658 M. Elisa Varela-Rodríguez
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Qui temps ha bon no·n deu esperar altre .
1. A modo de introducción
La bibliografía sobre el comercio marítimo ha recogido
abundantemente, como muchas fuentes reflejan, el respeto y/o miedo
que infundía el mar a todos aquellos que se ganaban la vida surcándolo
en diversas direcciones. Como es el caso de muchos mercaderes
barceloneses que se dirigían por el Mediterráneo hacia el este (hacia
las costas de la Provenza, hacia las islas Baleares, hacia Cerdeña,
hacia las costas italianas, hacia Nápoles, Sicilia, Malta, hacia la costa
dálmata, hacia Creta, Chipre, Grecia, hacia Constantinopla y algunos
puntos de la costa del mar Negro y más al este hacia Alejandría de
Egipto). En otros lugares, hacia el sur (hacia los puertos del norte de
África) y hacia el sudoeste (los puertos marroquíes del Atlántico), pero
también hacia el norte, hacia la Francia del Norte y hacia Flandes,
donde compraban, vendían, prestaban, encomendaban, cambiaban o
a veces si no tenían tanta suerte, barataban las mercancías con las
que podían obtener ganancias en ocasiones importantes, en otras
escasas. Este respeto o miedo al mar era el respeto o miedo a un medio,
en principio, hostil a los hombres y mujeres medievales –a pesar de
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que el Mediterráneo, como sabemos, fue desde antiguo un mar muy
transitado . Un mar, a diferencia de lo que pensaba Ferdinand Braudel,
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muy poco homogéneo, un mar en el que pocas veces puede apreciarse
una “identidad mediterránea”, más bien un mar en el que hay que
buscar –cono sostiene David Abulafia– la diversidad política, religiosa,
étnica, lingüística, de los pueblos que miran a este crisol de
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civilizaciones sometido a cambios constantes .
1 V. Salavert y Roca, Cerdeña y la expansión mediterránea de la Corona de Aragón de
la Corona de Aragón (1297-1314), 2 vols, Madrid, 1956, vol. 2, doc. 481.
2 Las mujeres lo surcaban en una proporción mucho menor. Lo hicieron algunas
viajeras que emprendían rutas por mar, ya desde la Antigüedad tardía, como la monja o
laica aristócrata, Egeria; más tarde, seguramente, algunas trovadoras, bailarinas,
juglaresas, etc., que viajaban para ir de una corte señorial o real a otra, algunas
aristócratas, princesas, reinas y las esposas de algunos funcionarios reales que realizaban
algunos de sus viajes por mar, las primeras, en ocasiones, para llegar a las nuevas tierras
donde las esperaba su prometido; las otras, a veces para visitar sus dominios o visitar a
su marido fuese este el rey o un funcionario que desempeñaba su cargo o estaba en
dominios allende el mar, también algunas prostitutas obligadas a mantener relaciones
con las tripulaciones de los diversos tipos de embarcaciones. embarcaciones. Vid. La vida
de Egeria. Introducción y edic. de Carlos Pascual, Línea del Horizonte, Madrid, 2017.
3 I. Ait, Il comercio nel medioevo, Jouvence, Roma, 2005.
4 D. Abulafia, El gran mar. Una historia humana del Mediterráneo, trad. Rosa María
Salleras Puig, Crítica, Barcelona, 2013, pp. 649-650.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIV - Dicembre 2017 n.41
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)