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572                                           Luis Miguel Córdoba Ochoa


                Conclusiones

                   La visita de Antonio Rodríguez a Cartagena en 1630 para componer
                a los extranjeros, para multarlos o para expulsarlos, muestra que solo
                unos pocos alcanzaron una situación próspera, gracias a que fueron
                integrados a circuitos mercantiles y redes familiares en las que encon-
                traron el ambiente adecuado para enriquecerse al invertir en el comer-
                cio de esclavos y de mercancías. Los más acaudalados se lucraron del
                rentable  negocio  de  llevar  esclavos  desde  Cartagena  a  Lima.  Igual-
                mente, los agentes portugueses vinculados a la trata esclavista fueron
                cooptados por las familias cartageneras al casarlos con sus hijas, que
                aportaron cuantiosas dotes al matrimonio. Ante el temor constante de
                ser expulsados o de ser procesados por la Inquisición, portugueses e
                italianos pagaron costosas obras de ornato de la ciudad y financiaron
                generosamente hospitales e iglesias. Así, el gasto conspicuo que los
                distinguía en sus casas era replicado y ampliado en el cuidado de sus
                nuevas patrias chicas. Esta estrategia de cuerpo debía dejar el claro
                mensaje de que su deseo era arraigarse de forma definitiva en la ciu-
                dad para desprenderse del doble estigma que pendía sobre ellos por
                ser comerciantes o por su posible condición de judaizantes.
                   Por un italiano o un portugués acaudalado, había decenas de jóve-
                nes pajes, soldados y marineros extranjeros que, después de llegar al
                puerto, se hundían en la pobreza y, en casos extremos, tenían que
                sobrevivir de las limosnas que pedían sus madres en las calles de esa
                Babilonia del Caribe que era Cartagena, como le ocurrió a Lorenzo de
                Vega.
                   Un problema evidente de los autos de estas visitas era que los ex-
                tranjeros que tenían temor de ser expulsados por sus orígenes, o por
                haberse quedado medrando en el puerto sin licencia, evitaron dar de-
                talles  de  su  propio  pasado.  Así,  aunque  el  visitador  recurriese  a  la
                amenaza de la cárcel y de la tortura, muchos parecen haber tenido
                éxito para cubrir con un velo de fingida ignorancia sus primeros años
                de vida. Los fragmentos de estas historias personales que sacó a la luz
                la visita podrían compararse con las fugaces y distorsionadas imáge-
                nes que se nos ofrecen cuando, en un amplio espacio a oscuras, des-
                tellos de luces estroboscópicas solo nos permiten intuir lo que está
                ocurriendo a la distancia con personas que huyen de los haces de luz
                porque desean seguir en la penumbra.












                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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