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                   La incertidumbre sobre los primeros años de vida podía ser fatal
                cuando se creía que alguien era un judaizante portugués o un hereje
                luterano de origen flamenco. Desde 1625 vivía en Cartagena el pintor
                Diego de Torres Cabrera, de quien se decía que era flamenco por su
                acento. Al ser interrogado, precisó que su padre era Francisco de To-
                rres, de Ciudad Real, y su madre era Isabel Páez, de Amberes. Torres
                nació en la nave que llevaba a ambos padres desde Amberes hasta
                Málaga, donde fue bautizado. Durante su estancia en Cartagena tra-
                bajó como pintor por encargo, y su único capital, de 200 pesos, eran
                sus pinturas y un esclavo, pero sus deudas eran de 360 pesos. Por las
                discordancias en sus declaraciones fue puesto en prisión, aunque pre-
                sentó ejecutorias de la Chancillería de Granada para corroborar su
                origen. Finalmente, no se le expulsó, pero tuvo que pagar 70 pesos de
                multa .
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                      Quienes  compraban  la  carta  de  naturaleza  podrían  ocupar  los
                oficios reservados para los castellanos o los criollos. En mayo de 1628
                el lisboeta Enrique Gómez se compuso en la Audiencia de Santa Fe
                por el pago de 150 pesos. Gracias a ello, medio año después compró
                el oficio de escribano público y de cabildo de la ciudad minera de Za-
                ragoza, cuya riqueza se basó en la explotación de los miles de esclavos
                suministrados por los tratantes portugueses desde 1581 .
                                                                       74
                   A los sujetos nacidos en Castilla o en Indias, hijos de padres por-
                tugueses, se les podían aplicar multas que parecían actuar como re-
                cordatorio de que siempre serían sospechosos. La madre de Francisco
                Andrada Freile, al parecer portuguesa, pasó a la aldea de El Obispo,
                inmediata a la frontera con Portugal, cuando este país fue invadido
                por Felipe II. Allí dio a luz a Francisco, que llegó a Cartagena en 1621,
                donde tenía un taller en el que producía loza con la ayuda de tres
                jóvenes oficiales nacidos en Lisboa. Ellos se quedaron escondidos en
                Cartagena después de haber llegado como soldados. El primero era
                Felipe Delgado, de 21 años, que recibía cada día, como sus compañe-
                ros del taller, un pago de seis reales. Los otros dos eran Manuel de
                Acosta y Roque Delgado, ambos de 25 años. Cada uno de ellos fue
                multado con 25 pesos y su patrono, cuyo capital se estimó en 1,000
                pesos, fue multado con 130 pesos .
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                   Un caso similar al de Francisco Andrada fue el de Duarte Cortiços.
                Sus padres eran de Braganza y él nació en Toledo en 1600 cuando se
                desplazaban de Lisboa a Madrid, porque su papá, Luis de Acosta, iba
                a tomar posesión del oficio de tesorero en el Consejo de Portugal.  En


                   73  Agi, Santa Fe, 56B, N. 73, f. 7 r.
                   74  Agi, Santa Fe,56B, N. 73, f. 9 v.
                   75  Agi, Santa Fe,56B, N. 73, f. 13 v.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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