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El Perú colonial en la temprana globalización 579
virrey Cañete recomendara fortalecer las flotas y, sobre todo, no olvi-
dar que el consenso y la cordialidad son los instrumentos políticos que
asegurarían el statu quo .
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De tal manera, la circulación por el Pacífico de los comisionistas
que representaban a los poderosos del reino del Perú iba en directa
oposición a los intereses de los miembros del Consulado de Sevilla que
debían apostar al tráfico trasatlántico. Nadie podría discutir que se
generaron redes comerciales entre peninsulares y peruanos en el co-
mercio ultramarino, unas redes apoyadas en el parentesco, la con-
fianza, la amistad e intereses comunes. Pero habría que reconocer,
como de hecho lo está sugiriendo el virrey, que los «castellanos» del
Perú eran también «vecinos» de Lima y por esa área de navegación del
Pacífico actuaban en esos años con intereses claramente opuestos a
los de la corporación de Sevilla. En pocas palabras, aun prohibida la
circulación de mercadería china hacia el Perú, los limeños le inyecta-
ban operatividad al flujo, mientras los castellanos de la Península in-
sistían con su cierre y clausura. El mensaje del virrey Cañete contenía,
en el fondo, una confesión de parte: fue uno de los responsables de
contribuir a esos aires de autonomía económica del Perú. En 1590
organizó una «contratación de la china» en alianza con los más reco-
nocidos comerciantes de Lima. Enseguida detallaremos.
Nuestra Señora del Rosario de 1591: del Callao a las «provincias
de la China»
Las expediciones comerciales peruleras por el área del Pacífico se
iniciaron en 1580. Como lo demostró en su clásico libro Iwasaki Cauti,
fue el gobernador de Filipinas, Gonzalo Ronquillo de Peñalosa, quien en
ese año inauguró las relaciones entre el Perú y el Oriente. Desde Filipi-
nas se atrevió a enviar el navío Nuestra Señora de la Cinta al puerto del
Callao sin consentimiento de la Corona, con un notable cargamento de
objetos asiáticos: pimienta, especias, hierro, loza, sedas, entre otras co-
sas.. La respuesta desde el Perú vino en 1583: un grupo numeroso de
peruleros con plata potosina en barras, monedas y barretones pertene-
cientes a los más importantes mercaderes de la Ciudad de los Reyes
partía en el mencionado navío desde el puerto limeño hacia Filipinas
con el fin de comprar productos orientales . Notificada, la Corona
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15 W. Borah, Comercio y navegación entre México y Perú en el siglo XVI, Instituto Me-
xicano de Comercio Exterior, México, 1975, pp. 238-239.
16 F. Iwasaki Cauti, Extremo Oriente y Perú en el siglo XVI, Mapfre, Madrid, 1992, pp.
21-60.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)