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294 Antonio J. Díaz-Rodríguez
En la mencionada sociedad para la compra de un oficio de escritor
de breves en que entraran en 1570 los Salazar, participaba desde un
par de años antes uno de sus conocidos en la Curia, don Luis de Torres
el joven, hermano del secretario papal por entonces, Ferrante de
Torres. La presión inquisitorial parece haber llevado al tío don Luis de
Torres el viejo desde su Málaga natal hasta Roma en la primera mitad
del siglo XVI. Su padre, Fernando de Córdoba, había sido procesado
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por el Santo Oficio poco antes . Los Torres se repartieron las ricas dig-
nidades de arcediano de Vélez, tesorero, maestrescuela y deán de la
catedral de Málaga, conformando además en Italia una verdadera
dinastía episcopal. Las distintas ramas de su descendencia disfruta-
rían asimismo de hábitos de caballeros, feudos italianos y títulos nobi-
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liarios como el de marqueses de Dragonetti-de Torres .
El patrimonio que acumularon los Torres clérigos procedía de sus
actividades iniciales en el mercado curial. Sin embargo, no se trata de
una familia cuya fortuna dependiera en exclusiva de ello. Ya Fernando
de Córdoba gozaba a principios del XVI de una gran fortuna en el reino
de Granada y varios de sus hijos y nietos serían exitosos comerciantes
de proyección internacional. Creo, empero, que el mercado curial marcó
una diferencia en sus horizontes. Los proyectos constructivos de esta
dinastía de obispos adquirieron un matiz en consonancia, como dejan
ver el Palazzo de Torres en la plaza Navona o sus sepulcros en la cate-
dral malagueña.
En todos ellos campan las armas parlantes, naturalmente inven-
tadas, que los ennoblecen (cinco torres en sotuer). En alguna ocasión,
incluso jugaron a combinarlas con la salutación angélica adoptada
por los Mendoza o con cinco fajas similares a las de los Fernández de
Córdoba.
La heráldica fue, desde luego, una herramienta como pocas al ser-
vicio de estos proyectos a cualquier escala. Si el escudo de los Torres
lucía en palacios y templos de Italia y de España, otros podían colo-
carlos al menos en una lustrosa lápida. Juan de Córdoba Herrera, por
ejemplo, hizo colocar en la iglesia de Santiago de los Españoles la
42 Sobre los orígenes judíos de la familia Torres me remito a las dos interesantísimas
aportaciones de M.T. López Beltrán, El poder económico en Málaga: la familia Córdoba-
Torres (1493-1538), in Las ciudades andaluzas: Actas del VI Coloquio Internacional de
Historia Medieval de Andalucía, Universidad de Málaga, Málaga, 1991, pp. 463-482, y
M.T. López Beltrán, Los Torres de Málaga: Un ilustre linaje de ascendencia judía con pro-
yección internacional, in R. Camacho, E. Asenjo, B. Calderón (eds.), Creación artística y
mecenazgo en el desarrollo cultural del Mediterráneo en la Edad Moderna, Ministerio de
Ciencia e Innovación, Málaga, 2011, pp. 47-63.
43 M.T. López Beltrán, Redes familiares y movilidad social en el negocio de la renta: el
tándem Fernando de Córdoba-Rodrigo Álvarez de Madrid y los judeoconversos de Málaga,
«Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino», 24 (2012), p. 72.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVI - Agosto 2019 n.46
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)