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                tan importante servicio como el de aquestos esclavos, sin que le pueda suplir
                otro ninguno. Pero debe nuestro señor por nuestros pecados de querer des-
                truirnos por mano de quien nos la avía de dar para alentarnos, porque de otra
                suerte era imposible dejarse de remediar el daño que tantas vezes a sido re-
                presentado a Su Majestad .
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                   La expulsión de los esclavos, como sostenía el cabildo, iba a asestar
                un duro golpe a la producción vinícola de la región, donde la imposi-
                bilidad de contratar a jornaleros obligaba al uso de muchos de estos
                esclavos que

                han nacido y se han criado en nuestras casas desde niños y son cristianos
                perfectos, y los moros cada día se convierten y vienen a ser más fieles que los
                mismos naturales que se huyen la tierra adentro, y en navíos y galeras se
                embarcan y nos roban nuestras haciendas, lo que no hace un esclavo, porque
                no puede esconderse ni encubrirse mucho tiempo. Y así darles a los que son
                fieles y leales un castigo de destierro y obligar a sus amos a que se deshagan
                dellos por poco precio, aviéndoles costado mucho dinero, no puede dejar de
                sentirse y llorarse de los esclavos y dueños .
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                   Los mismos argumentos eran esgrimidos por la ciudad en julio de
                1621. A la ruina que supondría la expulsión de los esclavos para el
                cultivo de las viñas , sumaban la pérdida de mano de obra para el
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                cuidado de los caballos de los hidalgos y caballeros de la ciudad, aque-
                llos que, precisamente, salían a los rebatos defensivos. Por todo ello,
                el concejo suplicaba que se respetasen los privilegios y mercedes par-
                ticulares otorgadas a los vecinos de la ciudad, se permitiese la perma-
                nencia de los esclavos de servicio y no fuesen comprendidos en la or-
                den  de  alejamiento  de  las  doce  leguas  de  la  costa .  El  Consejo  de
                                                                   69
                Guerra acabó apoyando las pretensiones de Málaga y recordaba la or-
                den de 1617, que se limitaba a la expulsión de los cortados, libres y
                de jornal y respetaba a los esclavos de servicio, dado que esta gente
                era muy necesaria, «porque consiste en ella la conservación de los ca-
                ballos, la cultura de la tierra y el manejo del tráfico de embarcación y
                desembarcación de mercadurías y de los frutos de la tierra, que es la
                principal granjería del lugar» .
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                   66  Carta del cabildo catedralicio de Málaga al rey, de 19-05-1621, Ags, Ga, leg. 875, sf.
                   67  Ags, Ga, leg. 875, sf.
                   68   Isabel  Rodríguez  Alemán  ha  señalado  la  importancia  que,  dentro  del  sector
                agrícola, representaba la viticultura para la ciudad de Málaga, en clara expansión du-
                rante estas fechas: I. Rodríguez Alemán, La población de Málaga cit., pp. 119-125.
                   69  Carta de Málaga al rey, de 20-07-1621, Ags, Ga, leg. 875, sf.
                   70  Consulta del Consejo de Guerra, de 20-08-1621, Ags, Ga, leg. 864, sf.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Agosto 2021
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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