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316 Rafael M. Girón Pascual
No descubro nada cuando afirmo que el puerto de Sevilla durante
las décadas finales del siglo XVI ejercía como un privilegiado nexo de
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unión entre el Viejo y el Nuevo Mundo . Redes comerciales europeas,
africanas y asiáticas se concentraban en este punto geográfico a la
espera de poder cargar sus mercancías para las Indias Occidentales
en la siguiente flota. Al socaire de este mercado único despuntaron
una serie de individuos (la gran mayoría grandes mercaderes interna-
cionales) que embarcaban todo tipo de productos para surtir a los cre-
cientes mercados americanos. Vinos y aceite del alfoz sevillano, paños
castellanos y europeos, todo tipo de tejidos de lienzo, sedas granadinas,
manufacturas vascas y flamencas, libros, medicinas, objetos de arte y
pasajeros en búsqueda de nuevas oportunidades llenaban galeones,
fragatas, pataches y navíos de todo tipo antes de dirigirse hacia
Poniente. Estos mercaderes avecindados en Sevilla, poderosos y bien
relacionados, se conocen como “cargadores a Indias”.
Estos grandes emprendedores, con redes comerciales a ambos lados
del Atlántico, no eran, salvo contadas excepciones, nobles. Muchos de
ellos habían surgido de la mesocracia sevillana, de sectores tan modes-
tos como el textil o el del cuero; o bien de las clientelas nobiliarias de
la alta y levantisca nobleza del reino hispalense en las que desempe-
ñaron cargos relacionados con la administración señorial o la fiscali-
dad. La condición judeoconversa de la mayoría de ellos no les impidió
desarrollar la actividad mercantil. Muy al contrario, es posible que este
origen fuera un elemento clave para su integración en redes comercia-
les sefardíes de Amberes, Venecia o Livorno, donde no era raro de
encontrar en ellas a parientes cercanos, exiliados que dejaron Sevilla
cuando la asfixiante mano de la Inquisición sevillana se hizo insopor-
table, especialmente, en las primeras décadas del siglo XVI.
Los cargadores a Indias, tras vidas enteras dedicadas al comercio,
optaban (en la mayoría de los casos) por transformar el gran capital
acumulado en sus andanzas ultramarinas en bienes que los vincula-
ran (o al menos acercaran) al estamento noble. Un proceso de Ascenso
Social similar al que desarrollaron otros miembros del tercer estado,
pero que las inmejorables condiciones económicas de estos mercaderes
permitieron llevar al máximo de sus posibilidades, acelerando el pro-
ceso y asegurando a sus descendientes una sólida base económica que,
1 H. Chaunu y P. Chaunu, Séville et l’Atlantique (1504-1650), Sevpen, París, 1955-
1960; E.J. Hamilton, El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-
1650, Crítica, Barcelona, 2000. A. Domínguez Ortiz, Comercio y blasones. Concesiones
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dios americanos», 33 (1976), pp. 217-256. C.H. Haring, Comercio y navegacion entre
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Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVI - Agosto 2019 n.46
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)