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Enrique Soria Mesa (saggi)_1 26/09/19 07:17 Pagina 221
Presentación 221
Es esto lo que explica el Siglo de Oro, una de las etapas más
grandiosas de la creación humana. Autores y autoras en la mayor
parte de origen judío por uno o varios costados, que vieron con horror
cómo se les intentaba excluir socialmente. Cómo, a pesar de ser casi
todos ellos de categorías intermedias o incluso hidalgas, eran oficialmente
considerados como parias. Y esa incomodidad existencial les movió a
escribir desde unas nuevas formas y particulares emociones, buscando
criticar en la medida de lo posible una sociedad en la que se sentían
cuando menos incómodos. Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús,
don Luis de Góngora y Argote, Mateo Alemán, los hermanos Valdés…
son paradigmas de lo expuesto.
Pese a ello, los judeoconversos más influyentes se movieron con
mucha libertad por los intersticios del sistema, aprovechando las
oportunidades que les brindaban las necesidades de un Estado
Moderno situado casi siempre al bordo de la bancarrota. La Corona
necesitaba miles de servidores para gobernar un territorio de rango
mundial. Y entre esos nuevos jueces, escribanos, consejeros, militares,
corregidores, obispos… se insertó un gran número de confesos, con la
aquiescencia de buena parte de las autoridades centrales. La venalidad,
por su parte, cerró el círculo, sacando al mercado millares de oficios
públicos, señoríos, rentas, hidalguías e incluso hábitos y títulos
nobiliarios, aunque en estos dos últimos casos de manera subrepticia.
Si todo se vendía, todo se compraba. La venalidad no sólo ha de
verse como un proceso dirigido por el Estado, sino que sobre todo fue
un fenómeno que tuvo un claro componente local. La demanda de
determinados grupos sociales intermedios fue lo que impulsó la
cascada de ventas, convirtiéndose así en algo rentable para el Erario
Público. Y entre los compradores de todas éstas y otras regalías, como
no podía ser menos, los judeoconversos fueron destacados protagonistas.
En esta tolerancia regia hacia el ascenso converso pesó también
mucho el hecho de que desde el siglo XV la nobleza media e incluso la
aristocracia estuviesen mezcladas en alto grado con la sangre judía.
El poder del dinero en forma de enormes dotes y suculentas herencias
se impuso a una ascendencia centenaria a la hora de buscar cónyuge.
Cuando pasó un siglo y se fueron extendiendo como una mancha de
aceite los estatutos de limpieza de sangre ya era demasiado tarde. De
cumplir correctamente lo que ordenaban sus establecimientos, se
tendría que excluir a multitud de familias que se situaban, literalmente
hablando, en los aledaños del trono.
Es por ello por lo que el sistema permitió la asimilación definitiva
de los conversos, sabiendo que buena parte de ellos estaban engrosando
las filas de las oligarquías municipales, de los cabildos catedralicios,
los caballeros de hábito, el propio personal inquisitorial y los cada vez
más numerosos títulos de conde y marqués. Pero esta exitosa travesía
tuvo sus condiciones. El que quería transitar por tan procelosos
n.46 Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVI - Agosto 2019
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)