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                    Hablando de la parroquia de San Andrés, dice el cronista que «sus
                 capillas son enterramientos de grandes y nobles caballeros con servicio
                 de caballeros capellanes; tienen en esta iglesia los caballeros Gastones
                 de  Caicedo  su  enterramiento,  en  la  capilla  de  señora  Santa  Ana».
                 Nobles, en efecto, acabaron siendo, con su correspondiente hidalguía,
                 hábitos de Órdenes Militares e incluso un título, el de marqués de Cai-
                 cedo, concedido en 1711. Eso sí, todo eso, y la capilla concretamente,
                 fue poco a poco haciendo olvidar que descendían de judíos y no de
                 hidalgos vascos; que su origen no era una Casa Solar montañesa, como
                 inventaron,  sino  la  villa  conquense  de  Belmonte;  que  empezaron
                 ganando una fortuna como procuradores de la Real Chancillería; y que
                 incluso en fechas tan tardías como 1663 casaba don Luis Beltrán de
                 Caicedo, el futuro primer marqués, con doña Melchora de Rueda y
                 Guevara, hermana de dos caballeros veinticuatro de Granada, uno de
                 ellos además familiar del Santo Oficio.
                    Un peligroso desposorio, pues esta señora, por su madre, procedía
                 de los de la Hoz, judeoconversos granadinos entre los que encontramos
                 varios plateros y algún boticario, varios de cuyos miembros y sus cón-
                 yuges tuvieron más de un tropiezo con la Inquisición. Y por su padre
                 descendía de Pedro de los Reyes Barahona, nacido sobre 1560, recau-
                 dador y arrendador de rentas, pasando luego a ser escribano público,
                 jurado y finalmente veinticuatro del cabildo. Hasta ahí, nada raro en la
                 élite granadina, compuesta por advenedizos, pero si indagamos un poco
                 más, lo que se encuentra en la documentación llama la atención. Su
                 padre, Gaspar de la Fe, fue sastre y arrendador de rentas y heredades.
                 Su madre, Isabel de los Reyes, era hija de una judaizante reconciliada
                 por la Inquisición y de un antiguo esclavo judío cautivado en Orán,
                 quien años después de su conversión al catolicismo fue igualmente pro-
                 cesado por el Santo Oficio y reconciliado por hereje en 1539 .
                                                                           16
                    Si seguimos recorriendo los Anales y llegamos a la parroquia de
                 Santa Ana, de esta collación se nos dice que

                 hay en ella grandes casas de nobles caballeros como son las del conde del Arco,
                 la de los Vargas, Maldonados, Castellanos de Marquina, Carvajales, Aguilares,
                 Ágreda, la gran casa de don Juan de la Torre y Mendoza, con su oratorio de
                 Santo Onofre, la de los Barahonas, la de los Mesías y Guzmanes en la Puerta
                 Imperial de las Cuatro Torres, y la grande y dichosa casa de los señores de
                 Pisa, a donde falleció el humilde y amparo de pobres San Juan de Dios, que
                 desde esta casa subió a gozar de la morada eterna.



                    16  E. Soria Mesa, La creación de un grupo. La nobleza titulada del Reino de Granada
                 en el siglo XVIII, en J.P. Díaz López, F. Andújar Castillo y Á. Galán Sánchez (coords.),
                 Casas, familias y rentas. La nobleza del reino de Granada entre los siglos XV-XVIII, Uni-
                 versidad de Granada, Granada, 2010, pp. 113-136.


                 Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVI - Agosto 2019      n.46
                 ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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