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96 Francisco Javier Illana López
Ello no quita que aquellos pudieran acabar fundando una población:
a este respecto, podemos poner en paralelo las ventas de licencias de
población en Sicilia con la fundación de villas por los señores caste-
llanos sobre sus despoblados.
Por último, también hemos confirmado cómo la actitud de la po-
blación autóctona de los pueblos no fue en absoluto pasiva. Los habi-
tantes de las poblaciones enajenadas Castilla, Nápoles y Sicilia res-
pondieron del mismo modo a su enfeudamiento: la protesta contra su
cambio de estatus jurídico, la alegación de sus viejos privilegios y el
inicio de largos pleitos contra sus nuevos señores. A ello respondió la
Corona con un mismo mecanismo para ambos espacios del imperio,
cuyo funcionamiento radicaba igualmente en la venalidad: la compra
de un privilegio a la Corona para mantenerse en el régimen realengo.
Independientemente de que se denominaran Andújar, Baeza, Campi-
llo, Bisceglie, Cosenza, Patti o Catania, todas estas ciudades y pueblos
hubieron de recurrir a la venalidad para mantener su condición
realenga, o la de sus aldeas y casali.
Todo ello son muestras elocuentes de que, pese a estar ante dos
espacios geográficos relativamente alejados, y con sus propias diná-
micas sociales, económicas y territoriales distintas, la Monarquía de
España desplegó sobre ellos una misma práctica venal, que afectó en
condiciones muy similares a sus reinos.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XXI - Aprile 2024
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)