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16 Cristina Bravo Lozano
Las calles por las que transcurriría el cortejo habían sido rápida-
mente adecentadas y empedradas. Se esparció arena y se cerraron las
bocacalles aledañas al recorrido oficial para impedir el tránsito de
cualquier coche o persona que no formase parte del séquito. Los bal-
cones se adornaron con tapicerías y distintos ornamentos textiles de
oro y plata. La exteriorización de la riqueza particular llevó a algunos
señores a hacer distintas demostraciones, tales como colocar fuentes
de vino y arrojar monedas a los madrileños que se agolpaban para ver
el paso del monarca .
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La alegría universal imbuyó a la corte en las manifestaciones de di-
versa naturaleza . En el extenso itinerario que se trazó para favorecer la
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participación popular, Carlos II sería aclamado por la multitud que se
congregase en distintos lugares del recorrido y desde los balcones por los
que transcurriese la cabalgata, presentándose como una oportunidad ex-
traordinaria para reforzar los vínculos del soberano con sus vasallos a
través de la admiración y curiosidad que despertaba su persona . Como
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se recoge en las relaciones impresas coetáneas, estarían deseosos de co-
nocerle y expresar «el amor incomparable de los españoles a su rey» . Ni
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siquiera la lluvia que comenzó a caer apenas media hora antes del inicio
del espectáculo, ni los malos augurios que se advirtieron entre ciertos
sectores del público, mermaron la curiosidad popular .
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Madrid se había convertido en un auténtico teatro cortesano, cuya
tramoya destacaría por la profusión de medios, dispositivos y todo el
aparato decorativo desplegado, así como la lectura política de los sím-
bolos y efectos visuales preparados para el acto. Con el rey como actor
principal de la función que se iba a representar, todos los focos y mi-
radas se dirigían hacia él . El acompañamiento, determinado por la
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regularización de su planta, debía ser un reflejo del organigrama polí-
tico y social de la monarquía de España . El rango y el honor
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25 Ibidem.
26 Bne, Mss. 13381, f. 124v. Carta de Francisco de Amolaz a Manuel Francisco de
Lira. Aranjuez, 23 de abril de 1678.
27 M.J. del Río Barredo, Cofrades y vecinos. Los sonidos particulares del Madrid Ba-
rroco, en A. Bombi, J.J. Carreras y M.Á. Marín (eds.), Música y cultura urbana en la
Edad Moderna, Universidad de Valencia, Valencia, 2005, pp. 255-256; y C. Sanz Ayán,
La fiesta cortesana en tiempos de Carlos II, en L. Ribot (dir.), Carlos II. El rey y su entorno
cortesano, Centro de Estudios Europa Hispánica, Madrid, 2009, pp. 241-242.
28 Avisos. Madrid, 18 de abril de 1678. Gazeta de Madrid, núm. 18. Imprenta de
Bernardo de Villa-Diego, Madrid, 1678; y Avisos. Madrid, 25 de abril de 1678. Il corriere
ordinario, nº 43. Appresso Gio. Batt. Hacque, Viena, 1678.
29 M. de Valle y Bustamante, Relación verdadera cit.
30 F. Bouza, El rey a escena. Mirada y hechura de la fiesta en la génesis del efímero
moderno, «Espacio, Tiempo y Forma. Serie IV: Historia Moderna», 10 (1997), pp. 33-52:
35-45.
31 M.J. del Río Barredo, El ritual cit., p. 21.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVII - Aprile 2020
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)