Page 164 - Mediterranea-ricerche storiche, n. 48, aprile 2020flip
P. 164
164 Jesús Agua de la Roza
física y mental de los internos, tanto hombres como mujeres, y en úl-
tima instancia los desanimaron o incapacitaron para progresar en sus
respectivas labores. La obra de Anzano tipifica los castigos impuestos
a los internos en dos categorías, «los de dureza», especialmente el cepo
y reducir el alimento del infractor a pan y agua, y los de «vejamen o
burla», entre los que destacan los azotes públicos en el patio de la
institución. El mismo autor hace gala de la humillación a la que so-
metía a aquellos internos que contravenían las normas, se resistían al
trabajo o no acataban a la disciplina moral impuesta: «Yo usé algunas
veces poner a los muchachos unas golillas de madera al cuello, que
no les impedía para trabajar, y lo sentían más en una mañana sola
que cuatro días de cepo» .
65
La experiencia del encierro pronto se tradujo en múltiples formas
de resistencia cotidiana por parte de los internos, en ocasiones «dis-
frazada, discreta, implícita», aunque en otras muchas llegó a manifes-
tarse en «formas abiertas [y] declaradas» . En 1768, las mujeres reco-
66
gidas en el Hospicio del Ave María reclamaban mayor amplitud en las
salas, y la construcción de una fuente en el patio, pues sentían que la
falta de ejercicio y agua potable estaban provocando dolencias e inca-
pacidad para asistir a las labores diarias .
67
Los ilustrados eran muy conscientes también de la reticencia de los
pobres internados a trabajar en las manufacturas; un informe de 1782
sobre el establecimiento de una fábrica de lino en el cuartel de mujeres
de San Fernando desestimaba el proyecto debido a que las mujeres
vivían el encierro con un profundo disgusto, como también los traba-
jos a los que eran destinadas . Contrariamente a las autoridades con-
68
temporáneas, quienes idearon los hospicios como «escuelas de educa-
ción e industria, y plantel de vecinos útiles y laboriosos», los internos
percibían estas instituciones como prisiones, y el trabajo que realiza-
ban, como castigo. Para los hilanderos sometidos al trabajo forzado,
poca diferencia había entre los tornos de hilar y las cadenas con las
que podían ser castigados por delitos menores . Es por ello habitual
69
encontrar quejas de los directores de las fábricas y los empleadores
externos sobre las resistencias de los asilados al trabajo. Así lo atesti-
gua el ejemplo del fabricante de paños anteriormente citado que se
había comprometido a emplear durante diez años a 50 de estos inter-
nos en su taller; «solo les pudo encomendar trabajos menores –como
65 T. Anzano, Elementos preliminares… cit., p. 120.
66 J. C. Scott, Los dominados y el arte de la resistencia, Editorial Txalaparta, Tafalla,
2003, p. 277.
67 Ags, Secretaría y Superintendencia de Hacienda, leg. 698.
68 Ahn, Consejos, leg. 2.803/39.
69 La cita, en E. Larruga, Memorias políticas y económicas cit., p. 242.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVII - Aprile 2020
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)