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                   De manera tradicional se ha defendido que la mayor parte de los
                movimientos tuvo un alcance comarcal, si bien es cierto que algunos
                llegaron más allá. En el partido de Llerena, las indagaciones hechas
                por el licenciado Burgos, su alcalde mayor, permitieron constatar que
                una parte considerable de los movimientos rebasó el límite del radio
                medio y alcanzó destinos ciertamente alejados de los puntos de origen.
                De las más de cuarenta causas que revisó el alcalde, diecinueve co-
                rrespondían a individuos que habían llegado desde localidades situa-
                das a más de cien kilómetros de la cabecera del partido, algunas de
                ellas tan distantes como Valencia de Alcántara en la propia Extrema-
                dura, Ciudad Rodrigo y Toledo en las Castillas o Alcalá del Río en An-
                dalucía. A ellos cabe unir los doce individuos que procedían de lugares
                situados a entre cincuenta y cien kilómetros, como Montánchez o Al-
                mendralejo entre otros. Sólo cinco procedían de emplazamientos dis-
                tantes a menos de cincuenta kilómetros. Muchos de ellos, como se ha
                visto, llegaban tras recalar por varias localidades en lo que no se sabe
                a ciencia cierta si era una etapa más de un periplo que no tenía por
                qué haber concluido ya en aquel momento .
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                   Derivados del cumplimiento de la pragmática se localizan otros tres
                motivos de conflicto. En primer lugar, el relativo a la necesidad de lle-
                var pasaporte. Sobre el papel, esta fue una cuestión aclarada desde
                principios de los años ochenta. Sin embargo, y aun a riesgo de verse
                desautorizadas por instancias superiores, lo cierto es que las autori-
                dades locales optaron por una postura que, a veces, resultó conserva-
                dora, obligando a muchos moriscos a regresar a sus lugares de origen
                si no disponían de dichos documentos . Junto a ello, cabe mencionar
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                las discrepancias sobre la pertinencia de otorgar pasaporte y autorizar
                licencias de movimiento, aspecto que, como ya se ha señalado, se hizo
                especialmente visible cuando las autoridades tuvieron dudas acerca
                de las intenciones del morisco que lo solicitaba y en torno a la licitud
                de las mismas. A esa desconfianza se enfrentó, por ejemplo, Alonso
                Hernández, tendero de Ocaña, quien, no obstante, salió airoso de su
                pleito con el gobernador 100 . Finalmente, también se puso en duda no
                tanto los propósitos personales, sino la validez de los testimonios de



                mismo espacio, y del mismo autor, véase Cristianismo e Islam: moriscos granadinos en tierras
                de Toledo, «Revista de Historia Social y de las Mentalidades», 15/2 (2011), pp. 187-211.
                   98  Por ejemplo, Gonzalo Hernández, alistado inicialmente en Salamanca fue a parar
                a Azuaga o el de Diego Hernández Cuevas, morisco, de Membrilla, en la Mancha, que
                posteriormente pasó por las minas de Guadalcanal para recalar finalmente en Llerena.
                Ahn, Om, At, leg. 3064.
                   99  Ahn, Om, At, leg. 38347.
                   100  Ahn, Om, At, leg. 89144. Ocaña. 28.01.1582.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVII - Agosto 2020
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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