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           Muntaner  subraya  que,  gracias  principalmente  a  los  soldados
           catalanes  y  aragoneses  que  permanecen  en  el  reino,  el  monarca
           siciliano puede ofrecer una resistencia más que digna a sus temibles
           oponentes:

           e·l duch Robert, fill major del rey Karles, fou romàs en Sicília, en la ciutat de
           Cathània; que ser Virgili e·N Napoleon, II cavallers de Cathània, li agren retuda
           la ciutat, et puys axí mateix li fo retut Paternò, et Adernò et d’altres lochs. La
           guerra era molt gran en Sicília, que el duch hi havia gran poder de cavalleria,
           que bé hi havia III míllia cavalls armats; e lo rey de Sicília no n’hi havia pus de
           mil cavalls armats, de cathalans et de aragoneses; et tots dies aquells del
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           senyor rey de Sicília guanyaven sobre ells .
              En este contexto de guerra sin cuartel y traiciones internas, con los
           angevinos  procurando  extender  su  poder  sobre  toda  Sicilia,
           desembarcan en la isla tres ilustres barones procedentes del reino de
           Francia, al frente de un selecto contingente de trescientos caballeros
           franceses. ¿Quiénes son estos barones? Muntaner apunta tan sólo que
           uno de ellos es el conde de Brienne, al que sin embargo no se refiere
           por su nombre; acerca de la identidad de los otros dos, nada más nos
           dice.  Mucho  más  generoso  se  muestra  el  cronista,  en  cambio,  al
           explicar los propósitos que les han traído hasta Sicilia: según parece,
           les une el deseo de venganza, puesto que los tres han visto como el
           cruento conflicto siciliano les ha arrebatado a parientes y amigos,
           caídos  luchando  por  la  causa  de  los  Anjou  y  contra  las  armas
           catalanoaragonesas. Por tal motivo, no sólo han venido para servir
           como tropas de refresco a los angevinos, sino también para llevar a
           cabo su particular venganza: han jurado encontrar y medirse en campo
           abierto a dos de los más afamados generales de Federico de Aragón,
           Guillem Galceran de Cartellà y Blasco de Alagón, vencedores de las
           batallas en las que sus parientes hallaron la muerte (de hecho, algunos
           de los caballeros angevinos que tomaron parte históricamente en la
           batalla  de  Gagliano,  en  la  que  Muntaner  hace  participar  a  los
           Caballeros  de  la  Muerte,  tenían  motivos  de  sobra  para  buscar
           venganza,  como  veremos).  Este  mismo  juramento  ha  sido  hecho
           también  por  el  resto  de  integrantes  de  la  compañía,  que  se  nos
           presenta, pues, como un cuerpo de élite feroz y temerario, dotado de
           un marcado orgullo de casta guerrera y dispuesto a sacrificarlo todo si


              1  Todas las citas de la Crònica anteriores al cap. 146 de la misma son tomadas de R.
           Muntaner, La Crònica de Ramon Muntaner: edició i estudi (Pròleg – capítol 146), ed. J.A.
           Aguilar, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 2015, 2 vols.; indico en estos casos
           capítulo, volumen y página en que se encuentran. Con respecto a las citas posteriores
           al cap. 146, cito según mi edición in fieri del resto de la obra, indicando en cada caso
           número de capítulo.



           Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIV - Dicembre 2017    n.41
           ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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