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           es capaz en otras ocasiones de identificar con bastante más precisión
           a personajes antagonistas que tuvieron una participación más bien
           puntual en hechos acaecidos muchos años antes de la redacción de la
           Crònica (1325-1328), lo cual sugiere que, o bien el anciano cronista no
           tenía, después de todo, una memoria tan débil y caótica como la que
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           Michele  Amari  le  supuso ,  o  bien  había  accedido  a  la  información
           mediante la consulta de una fuente (otra crónica, por ejemplo) que
           hasta el momento nos es desconocida. Por ejemplo, el ampurdanés
           sabe que uno de los almirantes marselleses que combatieron en la
           batalla naval de Malta (1283) contra la escuadra de Roger de Lauria se
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           llamaba Guilhem Cornut ; que el caballero que lideró una incursión
           contra tierras de Aragón durante la guerra entre Pedro el Grande y
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           Felipe el Atrevido (1284-1285) fue Eustache de Beaumarchais ; que al
           frente de la fuerza angevina que en 1287 llevó a cabo un a la postre
           desastroso  golpe  de  mano  contra  Augusta  (Sicilia)  se  encontraba
           Rinaldo d’Avella (al que sin embargo cree erróneamente francés en
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           lugar  de  napolitano,  como  lo  era) ;  o  que  –  como  hemos  podido
           comprobar un poco más arriba – los traidores que entregaron Catania
           a Roberto de Anjou fueron los ciudadanos Virgilio Scordia y Napoleone
           Caputo. Ahora, sin embargo, Muntaner se refiere de un modo bastante
           inespecífico a los «barons de Ffrança» llegados a Catania, lo cual, unido
           a otros indicios que serán expuestos a continuación, permite sugerir
           la  posibilidad  de  que  al  narrar  los  antecedentes  de  la  batalla  de
           Gagliano, el cronista haya sometido la materia histórica a una cierta
           reelaboración literaria.
              Llama la atención, en primer lugar, la coincidencia en lo ternario al
           señalar cuántos eran los líderes de aquella compañía y de cuántos
           efectivos disponían: tres barones, trescientos caballeros. Cabe señalar,
           a este respecto, que esta útima cifra – trescientos – es utilizada bastante
           recurrentemente por Muntaner para contabilizar contingentes de élite
           puestos sobre el campo (o sobre las cubiertas de las naves) por el



              4  He  aquí  el  juicio  del  benemérito  erudito  italiano  a  propósito  de  los  errores  y
           confusiones de tipo histórico detectables en la Crònica: «nei fatti di questa Cronaca, che
           spesso sembran tolti di peso dalle narrazioni volgari dei guerrieri e marinai, e spesso
           confusi  nella  memoria  dell’autore,  che  incominciò  a  scrivere  nel  sessantesim’anno
           dell’età sua, è da andare con assai riguardo di critica» (M. Amari, La guerra del Vespro
           Siciliano, ed. Francesco Giunta, Flaccovio, Palermo,1969, vol. II,1, p. 207).
              5  En concreto, se refiere a este personaje en los siguientes términos: «En Guillem
           Cornut, qui era dels honrats hòmens de Marçella et dels antichs» (R. Muntaner, Crònica
           cit., cap. 81, II, p. 449).
              6  Es decir, «N’Eustatxe, qui era governador de Navarra per lo rey de Ffrança» (Ivi, cap.
           111, II, p. 599).
              7  Muntaner habla, en efecto, de «I rich-hom de Ffrança, per nom misser Arnau
           d’Evella, qui era baron ab gran poder» (Ivi, cap. 106, II, p. 579).



           Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIV - Dicembre 2017    n.41
           ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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