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Muntaner y la batalla de los Caballeros de la Muerte (Gagliano, febrero de 1300) 513
Castilla tras su fallida rebelión contra Alfonso, servía ahora al emir al-
Mustansir a la cabeza de una milicia de caballeros cristianos. En tierras
tunecinas permaneció, pues, don Fadrique hasta que, en algún momento
entre mayo de 1265 e inicios de 1266, pasó a la Italia meridional para
servir al rey de Sicilia Manfredo Hohenstaufen, que a la sazón se disponía
a hacer frente a la invasión del poderoso Carlos de Anjou (hay que decir,
sin embargo, que el infante conocía aquellas tierras desde mucho antes
de esa fecha: había pasado cinco años de su juventud, entre 1240 y 1245,
en la corte de su tío el emperador Federico II). Luego de haber tomado
parte en la batalla de Benevento (1266), saldada con la derrota y muerte
de Manfredo y el ascenso de Carlos al trono, abandonó Italia para regresar
a Túnez, aunque esta segunda estancia africana fue mucho más breve
que la primera, porque a principios de 1267 llegó a la corte hafsí un noble
siciliano llamado Conrado Capece, en calidad de emisario del duque de
Suabia Conradino, sobrino del difunto Manfredo. Capece traía, en efecto,
una petición de ayuda militar del joven duque suabo, nueva esperanza
del gibelinismo, quien se aprestaba a hacer valer sus derechos a la corona
siciliana y a enfrentarse, por ende, a Carlos de Anjou. Fue así como don
Fadrique se vio de nuevo implicado en las guerras italianas y apoyando
la causa de los Hohenstaufen. En el mes de agosto del mismo 1267, al
mando de un pequeño ejército conformado en buena parte por caballeros
de origen hispánico, el infante castellano y el ya mencionado Conrado
Capece desembarcaron en Sciacca, en el oeste de la costa meridional de
Sicilia, hecho que animó a muchas poblaciones de la isla a rebelarse
contra el dominio angevino.
La historiografía italiana del siglo XIII se hizo eco del arrojo con que
Fadrique de Castilla y sus compañeros se emplearon durante la
campaña siciliana. De hecho, según la Historia Sicula del mesinense
Bartolomeo da Neocastro, ya el éxito del propio desembarco en Sciacca
se debió en buena parte a la valentía del infante: fue él el primero que,
al comprobar desde su nave que la costa se hallaba defendida por un
considerable número de tropas (las mandaba en persona Fulco de Puy-
Richard, gobernador de la isla en nombre del rey Carlos), descendió a
tierra y, junto con otros dos caballeros que se le unieron, cargó contra
el enemigo, con tal ímpetu que el gobernador y sus hombres se vieron
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obligados a huir . Así, Fadrique y Capece se convirtieron en una piedra
25 Dice así el texto de Neocastro: «Conradus vero Capice de Neapoli provehitur cum
paucis de Pisis in Carthaginem, ab inde cum domino Friderico, fratre regis Castellae, in
Saccam descendit, Siciliae populum Conradini nomine turbaturus, in cujus maritima
Fulco de Podio Richardi, tunc vicarius regius, agnoscens adventum eorum, cum
innumerabili armatorum exfortio residebat. Praedictus vero Fridericus de Castella,
assumptis duo de viginti sociis, percusserunt in medio hostium, et, sicut Domino placuit,
hostes perterriti se posuerunt in fugam» (B. da Neocastro, Historia Sicula, cap. VIII, ed.
G. Paladino, en Rerum Italicarum Scriptores, vol. XIII, 3, Zanichelli, Bologna, 1922, p. 7).
n.41 Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIV - Dicembre 2017
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)