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           galeras o taridas armadas que había en las atarazanas del caput regni
           al entonces ciudadano de Mallorca Ramón Muntaner, quien merced a
           la concesión quedaba autorizado a hacer uso de las mismas en sus
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           travesías entre los distintos territorios de la Corona de Aragón . Este
           dato  nos  permite  establecer,  de  un  modo  ciertamente  impreciso
           aunque prudente, el arco temporal en el cual se produjo el paso de
           Muntaner al reino de Sicilia: debió de tener lugar necesariamente en
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           algún momento a partir de marzo de 1300 , y en cualquier caso antes




              43  Dice  así  el  documento  en  cuestión:  «Noveritis  nos  concessisse  Raymundo
           Muntanerii, civi Maioricensi, quod teneat a nobis duas galeas seu taridas nostras ex illis
           galeis nostris que sunt in daraçanali nostro Valencie, ita quod cum ipsis naviget ad
           partes Maiorice, Cathalunie, Valencie et Murcie dum de nostra processerit voluntate»
           (M. De Barcelona, Nous documents per a la biografia de Ramon Muntaner, «Spanische
           Forschungen», 6 (1937), doc. 3, p. 315).
              44  ¿Se sirvió Muntaner para su viaje a Sicilia de las dos galeras que le había prestado
           el rey Jaime II? Así lo ha sostenido recientemente algún crítico, sugiriendo además la
           posibilidad de que el rey de Aragón se hubiese propuesto apoyar ocultamente a su
           hermano Federico en la guerra que sostenía contra Carlos II de Anjou, enviándole armas,
           provisiones y refuerzos por medio de las dos galeras capitaneadas por el autor de la
           Crònica: «És evident que els dos vaixells amb els quals havia de navegar per aigües de la
           Corona, sense expressa finalitat, li van servir per anar a Messina, possiblement per
           portar-hi algun ajut en homes i vitualles, d’acord amb la mateixa voluntat del rei» (S.M.
           Cingolani, Vida, viatges i relats de Ramon Muntaner, Editorial Base, Barcelona, 2015, p.
           66). Se trata, sin duda, de una hipótesis atractiva y sugerente, aunque existen razones
           fundadas para ponerla en cuarentena. Para empezar, es poco probable que el rey de
           Aragón, creado por Bonifacio VIII ya en esa época señalero, almirante y capitán general
           de la Iglesia, pudiera exponerse a ser descubierto enviando ayuda militar a su hermano
           excomulgado; de hecho, gracias a un documento dado en Lérida el 18 de mayo de 1300
           (es decir, poco después de la concesión de las dos embarcaciones a Muntaner), sabemos
           que, al menos en este aspecto, el Justo no tenía ninguna intención de hacer nada que
           pudiese ponerle en entredicho ante los ojos de Roma. El documento en cuestión ofrece
           un trasunto de la embajada expuesta ante Jaime II por Ramón Oulomar, diplomático al
           servicio de Federico, seguido de la respuesta dada por el monarca a cada uno de los
           puntos abordados por el emisario. Parece que durante dicha audiencia, entre otras
           cosas, Oulomar solicitó al rey de Aragón que tuviese a bien apoyar a su hermano de
           Sicilia en la guerra que mantenía, añadiendo que, en caso de que las circunstancias o
           las obligaciones contraídas no le permitieran significarse públicamente, también sería
           bien  recibida  por  Federico  una  ayuda  más  discreta:  bastaría  con  que  el  soberano
           aragonés levantase la prohibición de viajar a Sicilia que pesaba sobre sus súbditos, entre
           los cuales había muchos dispuestos a tomar de nuevo las armas para combatir contra
           los Anjou. En suma, lo que se pedía a Jaime era que tolerase o hiciese la vista gorda con
           aquellos contingentes de voluntarios que zarparan de sus puertos con rumbo a la isla
           Pues bien: a esta petición, Jaime II respondió que no estaba en condiciones de ayudar
           a Federico en ninguno de los sentidos que le habían sido propuestos; cosa distinta sería
           que el rey de Sicilia estuviese dispuesto a avenirse con Roma: entonces él sería el primero
           en  interceder  ante  el  papa  para  encontrar  alguna  salida  al  conflicto  que  resultase
           honorable para su hermano. Además, añadió que, en tanto que capitán general de la
           Iglesia, no le quedaba más remedio que vigilar, frustrar y castigar cualquier intento por
           parte de sus gentes de involucrarse en el conflicto siciliano a favor de Federico, cosa que



           Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIV - Dicembre 2017    n.41
           ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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