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Muntaner y la batalla de los Caballeros de la Muerte (Gagliano, febrero de 1300) 529
almogávares en un enfrentamiento que, a pesar de no poseer por su
escala reducida la trascendencia de aquellos combates en los que se
ven involucrados ejércitos mucho mayores (como veremos más
adelante, el propio Muntaner destaca las modestas dimensiones de los
contingentes en liza), supone un duro golpe moral para el enemigo y
provoca el asombro del papa. Poco después tiene lugar la batalla de
Falconara, de mayor envergadura en lo numérico y en la que, además,
tanto angevinos como sicilianos son acaudillados por sendos
comandantes de sangre real: el rey Federico de una parte y el príncipe
Felipe de Tarento de la otra. Se trata de un choque de largo alcance,
cuyo desenlace acarreará consecuencias de una significación histórica
mucho más pronunciada: en el fragor de la batalla, los capitanes de
uno y otro bando mantienen un largo e igualado duelo (que Muntaner
recrea empleando un tono y un lenguaje claramente épicos), al cabo
del cual Federico derrota y captura al príncipe (y al convertirlo en su
prisionero, le salva la vida, contra el criterio de Blasco de Alagón,
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partidario de darle muerte sobre el mismo campo) . Después de este
nuevo revés, los Anjou deciden escalar todavía más si cabe el conflicto
y reclaman la ayuda de la casa real francesa, que envía a Sicilia a
Carlos de Valois al frente de un contingente de caballeros franceses y
provenzales. Llegamos así a un punto crítico: mientras el ejército del
de Valois recorre la isla intentando – sin mucho éxito – ganar
posiciones en el territorio, Roberto de Anjou somete a Mesina a un
cerco tan duro por mar y por tierra que la ciudad «fo a ventura de
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desemparar per fam» . Sin embargo, cuando todo parece perdido,
entra en escena Roger de Flor, que con sus galeras consigue romper el
bloqueo y proveer de víveres a los mesineses, una intervención
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providencial que fuerza al duque de Calabria a levantar el asedio .
48 Sobre esta anécdota, vid. J.A. Aguilar, «Fieri pax per eum»: Carles II d’Anjou a la
Crònica de Muntaner», «Estudis Romànics», 26 (2004), pp. 148-149.
49 R. Muntaner, Crònica cit., cap. 196.
50 Por otra parte, la introducción del personaje de Roger en este punto tiene toda su
lógica desde el punto de vista de la construcción del relato, pues ayuda a fortalecer la
trabazón narrativa del mismo, al proponer Muntaner al futuro líder de la Compañía
Catalana como el nexo que a su juicio demuestra la continuidad existente entre las
conquistas de la casa de Aragón en Italia y la expedición de los almogávares a Bizancio,
Grecia y Asia Menor, expedición que no cabe entender como el periplo de un simple
cuerpo mercenario a las órdenes de una potencia extranjera y, por tanto, como un
hecho aislado de la materia hasta ese punto abordada por la Crònica, sino como «fets
molt meraveyloses et de gran cosa, et qui tots són reputats, et deuen ésser, al casal
d’Aragon» (R. Muntaner, Crònica cit., cap. 193), un aspecto que el cronista parece
especialmente interesado en subrayar, como ya en su día señaló R.G. Keightley,
Muntaner and the Catalan Grand Company, «Revista Canadiense de Estudios
Hispánicos», IV, 1 (1979), pp. 37-58.
n.41 Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIV - Dicembre 2017
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)