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Los libros de viajes de Giovanni Agostino Cottalourda a Palestina, Persia y...   307


                    se han de ayudar» –, insiste expresamente en el aislamiento y recogi-
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                    miento, con espíritu ermitaño: «El estilo que pretendemos llevar es no
                    solo de ser monjas sino ermitañas, y así se desasen de todo lo creado» ,
                                                                                      14
                    lo que subraya el retorno a la primitiva austeridad del Carmelo eliano.
                       En tanto que la descalcez sugirió la vuelta al eremitismo , en los
                                                                               15
                    monasterios femeninos son frecuentes los oratorios donde las descalzas
                    podían buscar la soledad de la vida eremítica y a donde se retiraban
                    «todo el tiempo que no anduvieran con la comunidad o en oficio della» ;
                                                                                      16
                    ermitas que se construyen en la huerta y están dedicadas a determina-
                    dos santos o misterios y decoradas con imágenes «que ponen mucha
                    devoción a quien las ve» , en las que, además del retiro en soledad, se
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                    celebraban las festividades correspondientes de sus respectivas advo-
                    caciones con procesiones y adornos de enramados . Más elaborada fue
                                                                    18
                    la propuesta arquitectónica de los descalzos, creando el carmelita espa-
                    ñol Tomás de Jesús (1564-1627) la tipología de los Santos Desiertos ,
                                                                                      19
                    complejos monásticos de los que Pateta  ha destacado un precedente
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                    en las estructuras y caracteres de los eremitorios camaldunenses, que
                    debían estar alejados del mundo con celdas aisladas para estar ence-
                    rrados en soledad hasta la muerte , y los sacromontes  –cuya edifica-
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                    ción fue tan querida de san Carlos Borromeo, el santo de la regenera-
                    ción espiritual– que reproducían los lugares de la Pasión de Cristo con
                    ermitas convirtiéndose en centros del mundo en los que tenía lugar la
                    ascensión espiritual hasta el Árbol de la Cruz, un axis mundi como el
                    Árbol del Paraíso, asimilándose con el Gólgota .
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                       13  Santa Teresa de Jesús, Camino de perfección 4, 7.
                       14  Ivi, 13, 6.
                       15  Fray Anastasio del Santísimo Rosario, L´Eremitismo della Reforma carmelitana,
                    «Ephemerides Carmelitana», II (1948), pp. 245-262.
                       16  Constituciones, cap. I, 14.
                       17  A. Saint-Säens, Thérèse d´Avila ou l´erémitisme sublime, «Mélanges de la Casa de
                    Velázquez», 25 (1989), pp. 121-143.
                       18  Al respecto, véase Jerónimo de San José, Historia del Carmen Descalzo (Madrid, 1637)
                    y J.J. Martín González, El convento de San José de Ávila (Patronos y obras de arte), «Boletín
                    del Seminario de Arte y Arqueología de Valladolid», XLV(1979), pp. 317 y sgg.
                       19  B. Zimmerman, Les saints déserts des Carmes déchaussés, Art catholique, París, 1927.
                       20  L. Pateta, De los Sacros Montes a los Santos Desiertos, en Actas del III Congreso
                    Internacional de Barroco Americano, Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, 2001, pp.
                    1121 y sgg.
                       21  G.B. Mittarelli, A. Costadoni, Regola della vita (1575, c. 2 y 4), Annales Camaldulenses
                    Ordinis Sancti Benedicti, Venecia, 1755-1773, v. III. p. 543.
                       22  Véase A. Bonet Correa, Sacromontes y Calvarios en España, Portugal y América
                    Latina, en S. Gensini (ed.), La <Gerusalem> di San Vivaldo e sacri monti in Europa, Pacini
                    Editore, Montaione, 1989, pp. 174-213.
                       23  G. Oneto, Il Monte Sacro. Note sugli aspetti simbolii dei Sacri Monti, en La città
                    rituale: La città e lo Stato di Milano nell´etá dei Borromeo, Franco Angeli, Milán, 1982,
                    pp. 189-211.


                                                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVII - Agosto 2020
                                                           ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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