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644 Javier Revilla Canora, Iván Sánchez Llanes
en llegar al último precipicio antes viendo que tan gran maldad no ha
de hallar clemencia, ni en mí piedad» . Esta afirmación de la reina
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Mariana de Austria está recogida en las instrucciones secretas que se
dieron al duque de San Germán. En ellas queda notoriamente mani-
fiesto la equiparación que de la majestad real encarna la figura del
virrey. En este caso sí llama la atención que Vilosa no hubiese recur-
rido a él para su Disertacion, dado que las instrucciones para los vir-
reyes sardos se redactaban bajo la supervisión del Consejo de Aragón,
del que era uno de los miembros más notables.
Regresemos al texto que nos ocupa. Vilosa consignaba que el virrey
«tiene la inmediata representación de la persona del Príncipe», es decir,
era «como otro Rey representado» . También se afirmaba que el virrey
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«tiene el mismo Solio que el Rey» si éste «se hallase en la Provincia». El
virrey era «tan inmediata representación de la persona Real, que se
llama Alter nos» . Esta equiparación simbólica respecto a la persona
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del soberano «es la que influye veneración en su persona, y el aprecio
que se debe hacer de ella» . El amor político durante el Barroco hispano
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fue implementado para establecer una comunicación política, que debía
generar un tipo de obediencia liberada de supuestos jurídicos ajenos a
la voluntad del soberano . Se podría afirmar que el amor político era
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un elemento fundamental en la comprensión de la soberanía regia, pues
el súbdito estaba impelido moralmente a amar de un modo incondicio-
nal y acrítico al astro solar supremo que totalizaba «el infinito» simbólico
de la majestad . De este modo se evitaba la floración de intereses par-
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ticulares opuestos al bien común. Rafael de Vilosa defendía que la reci-
procidad amorosa entre el rey y sus súbditos debía ser trasferida a la
persona del virrey. En consecuencia, atentar contra la vida de este úl-
timo equivalía a suspender la reciprocidad amorosa que definía la rela-
ción contractual del binomio rey-reino desde la óptica del ordo amoris .
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Es decir, asesinar al virrey equivalía a atentar contra la soberanía regia
y el bien común, que en palabras de Vilosa se traducía en: «quedan tres
ofendidos […], que son el Príncipe, el Magistrado y la parte» .
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69 Ahn, Consejos Suprimidos, lib. 2572, fol. 266r.
70 R. De Vilosa, Disertación jurídica y política cit., p. 76.
71 Ivid, pp. 77-78.
72 Ivid, p. 89.
73 P. Fernández Albaladejo, La crisis de la Monarquía, Crítica-Marcial Pons, Madrid,
2009, pp. 8-13.
74 V. Mínguez, La invención de Carlos II. Apoteosis simbólica de la casa de Austria,
Centro de Estudios Europa Hispánica, Madrid, 2013, pp. 167-192.
75 P. Fernández Albaladejo, Materia de España. Cultura política e identidad en la
España moderna cit., p. 121.
76 R. De Vilosa, Disertación jurídica y política cit., p. 40.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVII - Dicembre 2020
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)