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                de los corsarios en un “depósito de negros”, en el lapso de tres meses,
                en diferentes oportunidades, se valió de Manuel Alfonso, marinero; de
                Teresa Petrona Marques, “parda libre” y de José Ignacio Merlo, capitán
                de infantería para que reclamasen justicia en su nombre. El juez de
                arribadas  –a  la  sazón,  gobernador  político  y  militar  de  Montevideo,
                José de Bustamante y Guerra– hizo lugar al reclamo desde la primera
                presentación  al  juzgado  y  consiguió  que  se  presentase  “el  amo”  de
                Rosa María para certificar la carta de libertad exhibida por el mari-
                nero. Pero el capitán francés, ocupado en sus negocios entre Montevi-
                deo y Buenos Aires, fue reticente a los llamados y reconvenciones del
                juez, a las varias visitas que le hizo el escribano y demoró el proceso.
                Fue a instancias de Teresa Petrona, que lo interpeló personalmente,
                que se reactivó la causa y del capitán de infantería que subió a bordo
                de la fragata francesa justo cuando se disponía a zarpar, que se logró
                sacar a Rosa María de la prisión y dominio del capitán Le Bozec.
                   El 18 de mayo de 1799, por orden del gobernador de Montevideo,
                Rosa María fue embarcada en una lancha con destino a Buenos Aires
                y puesta a disposición del virrey Marqués de Avilés. En esta ciudad
                fue depositada en una casa de residencia hasta que el 11 de julio de
                1799 recibió el veredicto “Declárase por libre a la Negra María Rosa…
                para que pueda usar de su libertad”.


                Conclusiones

                   El seguimiento de las movilidades de las africanas, afromestizas y
                afrocriollas en el Río de la Plata tardocolonial presenta mayores difi-
                cultades que el de otras personas, ya que componían el segmento so-
                cial sobre el que se superpuso mayor cantidad de dispositivos de su-
                jeción, imponiendo con ellos cierto silencio sobre su capacidad de ac-
                tuar como sujetos individuales. No obstante, fue posible componer un
                corpus de documentos que obró contra el argumento, muy extendido,
                de que «las mujeres negras sólo aparecen en los archivos cuando rom-
                pen la cotidianidad y amenazan violentar el orden socialmente esta-
                blecido» . Esta contribución se propuso sumar otras situaciones de
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                movilidad a los más visitados repertorios de reacciones conjuntas ante
                la subyugación y coacción extrema que suscitaron levantamientos o
                fugas colectivas. Se compilaron registros, algunos apenas indiciales,
                que permitieron una aproximación a otras dimensiones de las movili-


                Comerciantes en el Puerto de Benguela a finales del siglo XVIII. Las donas y la trata de
                esclavos, en M. E. Velázquez y C. González Undurraga –coord.–, Mujeres africanas cit.
                   66  M. Goldberg, Las afroargentinas cit., p. 66.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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