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                cuerpo político de los vecinos, a la Civitas, tenían que demostrar un
                gasto conspicuo en el embellecimiento de la ciudad, en la Urbs . Las
                                                                             14
                inversiones en sus casas, en obras pías y en el ornato urbano demos-
                trarían que su deseo era arraigar de forma definitiva en la ciudad. Por
                ejemplo, las primeras casas de dos pisos y de techo de teja en Carta-
                gena al comenzar el siglo XVII eran de portugueses .
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                   En general los comerciantes no tenían buena imagen en el XVI y,
                por  ejemplo,  cuando  Francis  Drake  tomó  a  Cartagena  en  enero  de
                1586, uno de los vecinos de la ciudad, Francisco de Ávila, le escribió
                al rey para explicar que Cartagena fue tomada por la indolencia de sus
                gobernantes y porque ella era controlada por los mercaderes foraste-
                ros, que tenían “poco exerçiçio de actos nobles”, y que “mas tienen
                puesta su felicidad en sus ganançias.” . En su clásico estudio Cavillac
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                analizó la desconfianza que despertaban los comerciantes .
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                   En mayo de 1602, cuando Bartolomé Loboguerrero arribó al puerto,
                procedente de Nueva España, para posesionarse como arzobispo de
                Santa Fe de Bogotá, le solicitó al rey la creación de un tribunal del
                Santo Oficio en Cartagena porque sospechaba que un elevado número
                de los comerciantes portugueses eran descendientes de judeoconver-
                sos que seguían judaizando y aseguró que en Cartagena era necesario
                el “cauterio rigurosso de la Inquisición” para acabar sus herejías .
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                3. Los mecenas extranjeros y el ornato de Cartagena

                   Las trayectorias de portugueses que alcanzaron lugares de preemi-
                nencia en las Indias castellanas muestran que eran conscientes de
                que todas sus acciones podrían ser examinadas cuando solicitasen
                cartas de naturaleza. Por ello, aunque sus tratos comerciales los acer-
                casen a actividades ilícitas, que eran amparadas por los propios ofi-
                ciales reales o por los gobernadores, dejaban señales claras de su mag-
                nanimidad con el monarca para sacarlas a la luz cuando fuese nece-
                sario.  En 1603 el portugués Vicente de Villalobos, que fue vecino de
                la ciudad minera de Zaragoza de las Palmas, era el Alguacil Mayor en


                   14  Sobre las dos formas como podía entenderse la ciudad, bien como Civitas, o como
                Urbs, ver: R. Kagan, Imágenes urbanas del mundo hispánico. 1493-1780, Ediciones El
                Viso, Madrid, 1998 pp. 17-43.
                   15  E. Vila Vilar, Aspectos cit. p. 21. Además, ver, S. Truchuelo García, R. López Vela,
                M. Torres arce (eds) Civitas: expresiones de la ciudad en la Edad Moderna., Universidad
                de Cantabria, Santander, 2005.
                   16  Agi, Santa Fe, 89, 13.
                   17  M. Cavillac. Pícaros y mercaderes en el Guzmán de Alfarache. Universidad de Gra-
                nada, Granada, 1994.
                   18  Agi, Santa Fe, 226, 81.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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