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Mendigos y mecenas. extranjeros en Cartagena de Indias en la década de 1630   557


                       La consideración de que las ciudades deberían ser embellecidas y
                    que no tendrían que ser únicamente toscos lugares de residencia era
                    una de las ideas que regularmente se encontraba en las peticiones de
                    los forasteros que solicitaron cartas de naturaleza para vivir en Indias.
                    En 1609 Bartolomé Mayoco, quien se identificó como un hidalgo ge-
                    novés, solicitó a la Corona que le permitiese quedarse tratando y con-
                    tratando en Cartagena de Indias, en donde vivía desde 1599, año en
                    el que pagó 100 pesos para no ser expulsado.  En ese mismo año,
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                    Felipe III ordenó suspender el trato de los forasteros naturalizados en
                    la ciudad, así como las licencias que tenían para tratar y contratar.
                    Para volver a obtener una nueva licencia, Mayoco hizo una extensa
                    relación de sus servicios, entre los que incluyó su actuación como sol-
                    dado para ayudar a reprimir un alzamiento de los esclavos de la pro-
                    vincia en los años de 1603 y 1604, aunque casi todos los hombres de
                    Cartagena se las podrían ingeniar para decir que habían tomado las
                    armas contra los indígenas, los cimarrones o los corsarios, aunque no
                    fuese cierto. Sin embargo, Mayoco, como Fernández Gramajo, también
                    se vanaglorió de costear el embellecimiento de Cartagena. Adicional-
                    mente certificó que su padre fue familiar del Santo Oficio en Palermo,
                    lo cual lo diferenciaba de sus émulos portugueses, cuyo catolicismo
                    siempre estaba en duda. En el puerto de Veracruz, también dedicado
                    a la trata esclavista, el papel de los portugueses y genoveses fue igual-
                    mente significativo, como lo ha señalado García de león .
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                       Mayoco, que tenía una muy bien surtida tienda en la ciudad, in-
                    formó que su propia casa, en la que vivía con su hermano, criados y
                    esclavos, la edificó en un lugar yermo e inhabitado del puerto. Se refi-
                    rió a ella como si fuese una avanzada en las propias fronteras internas
                    de Cartagena. Uno de sus testigos declaró que, en la calle donde le-
                    vantó sus casas, «hizo unas gradas de piedra y una cruz muy grande
                    y muy hermosa que adorna mucho aquel paraje por ser alta y en parte
                    muy eminente» . A partir de ese momento, dicha calle fue conocida
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                    como la Calle de la Cruz. Con base en sus servicios como soldado y en
                    sus obras en la ciudad, el 30 de abril de 1611 el Consejo de Indias
                    acordó que se le diese una nueva licencia para vivir y contratar en
                    Cartagena.





                       28  Agi, Santa Fe, 99, 35. Bartolomé Mayoco, hidalgo ginovés.
                       29  A. G. d. León. Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a
                    sotavento, 1519-1821, F.C.E., México, 2008.
                       30  Agi, Santa Fe, 99, 35, f. 502 r.  Bartolomé Mayoco, hidalgo ginovés.


                                              Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
                                                           ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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