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Mendigos y mecenas. extranjeros en Cartagena de Indias en la década de 1630 563
gena, a la que llegó 25 años antes, a la edad de 13 años, declaró que
había ido a “buscar su vida, como otros”. Para acreditar su versión
presentó informaciones hechas en Sevilla y la fe de bautismo dada por
Francisco de Toro, cura de la parroquia de San Salvador . Diferente
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fue el caso de Juan de Ibarola y de la Torre, que nació en 1600 y llegó
a la ciudad en 1622, como grumete en un navío de Santiago Guerra.
Allí se casó con la criolla Angela Martín. Declaró que sus padres eran
genoveses, pero, a diferencia de Lemos, dijo que no sabía dónde había
nacido. Al constatarse que no tenía ningún caudal, no se le multó .
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Los hermanos Luis y Antonio Buron, fueron llamados a declarar
porque se decía que eran genoveses, pero se aclaró que eran de Cádiz,
hijos del francés Nicolás Burón y de Margarita Caxues, gaditana, la
cual vivía con ellos en Cartagena. Al comprobarse que eran gaditanos
y que por ello no deberían ser multados, el oidor solo les cobró 61
pesos para pagar los salarios de los oficiales de la visita .
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A los gallegos se les identificaba con frecuencia como portugueses
y, en un ambiente de crecientes prevenciones contra estos, podrían
ser expulsados si no tenían pruebas suficientes de su verdadero ori-
gen. Por ejemplo, de Luis de Rocha, alcalde ordinario de la ciudad, se
decía que era de Viana en Portugal, pero, estando preso por órdenes
del visitador, presentó testimonios acreditando su versión de que era
del pueblo fronterizo de Tui, en Galicia. Uno de los documentos era
una real cédula que recibió la Casa de Contratación para que se le
diese licencia para pasar a Indias en 1623. Inclusive, conservaba car-
tas de recomendación en su favor dirigidas al virrey Perú. A pesar de
sus pruebas, el visitador remitió la decisión final al Consejo de Indias
y le ordenó pagar una fianza de 1,000 pesos . Otro gallego, Henrique
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Díaz, natural de Noya, en la Coruña, también cayó bajo la sospecha
de ser portugués. Los testimonios a su favor, uno de ellos expedido en
Santiago de Compostela, no fueron suficientes, razón por la cual se le
ordenó regresar a España .
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Cuando el visitador tenía dudas sobre el origen de algún individuo
lo enviaba a la cárcel pública de la ciudad, donde podría recurrir a la
tortura judicial para aclarar la verdad. Esto ocurrió con Antonio Ro-
dríguez Ferreirin, de 25 años, quien dijo ser sevillano, pero al sospe-
char que no era así, el visitador lo tuvo algunos días en la cárcel, en
52 Agi, Santa Fe, 56 B, N. 73, f. 20 r.
53 Agi, Santa Fe, 56 B, N. 73, f. 16 v.
54 Agi, Santa Fe, 56 B, N. 73, f. 19 v.
55 Agi, Santa Fe, 56 B, N. 73, f.20 r,
56 Agi, Santa Fe, 56 B, N. 73, f. 15 r.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVIII - Dicembre 2021
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)