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Muntaner y la batalla de los Caballeros de la Muerte (Gagliano, febrero de 1300)  533



             de Gagliano. Pero los angevinos no tenían ni mucho menos previsto
             someter  la  plaza  a  un  largo  y  penoso  asedio,  sino  que  estaban
             convencidos de ejecutar un rápido e incruento golpe de mano, y esto
             porque  la  guarnición  que  defendía  la  fortaleza  en  nombre  del  rey
             Federico les había hecho llegar su disposición a cambiar de bando y
             entregársela si acudían a tomar posesión de ella. Se trataba, por tanto,
             de una ocasión que no cabía desaprovechar: tan sólo debían cabalgar y
             adueñarse de lo que se les ofrecía. Lo que, naturalmente, ignoraban el
             conde de Brienne y sus compañeros cuando dejaron atrás los muros de
             Catania para marchar hacia Gagliano era que la guarnición del castillo
             no tenía en realidad ninguna intención de ponerse a sus órdenes ni de
             entregarles nada: los ofrecimientos que les habían hecho eran tan sólo
             un señuelo, un ardid para atraerlos a las inmediaciones del lugar,  a
             una posición vulnerable en donde finalmente cayeron sobre ellos Blasco
             y el Cartellà. Es decir, que los Caballeros de la Muerte fueron víctimas
             de una estratagema urdida por la astucia de sus enemigos.
                La primera evidencia de que esto fue así la tenemos en la Cronica
             Sicilie, quien, sintéticamente, anota que el ejército partió hacia Gagliano
             «ad apprehendendum ipsum castrum ex promissione fallaci sibi inde
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             facta» , y relaciona su derrota final con el éxito de la trampa. Nada más
             dice el anónimo siciliano acerca de las circunstancias y términos en los
             que se produjo el engaño, pero se trata de una laguna que podemos
             rellenar  fácilmente  acudiendo  a  la  versión  de  la  Historia  Sicula de
             Speciale, rebosante de datos y detalles. Speciale (quien, por cierto, narra
             las batallas de Falconara y Gagliano en el orden cronológico correcto)
             explica que la idea de tender una trampa a la caballería angevina partió
             precisamente  del  castellano  de  Gagliano,  en  aquel  tiempo  un  tal
             «Montanerius de Sosa» de quien afirma que era catalán. ¿Quién era este
             personaje, cuyo nombre inevitablemente resulta tan familiar? En su
             momento, Michele Amari no pudo evitar reparar en la coincidencia
             entre  el  nombre  del  castellano  y  el  apellido  de  nuestro  cronista,  y
             preguntarse si no podrían tratarse acaso de la misma persona. Sin
             embargo, acto seguido respondió a esta pregunta con una rotunda
             negativa, empleando a fin de refutar cualquier posibilidad de que lo
             fueran tres argumentos que vale la pena reproducir aquí:

                Si potrebbe dubitare che il castellan di Gagliano fosse il medesimo istorico
             Montaner, ma io penso che no: 1º pel nome diverso, appellandosi il castellano
             Montaner de Sosa, e l’istorico solamente Montaner; 2º pel detto anacronismo
             rispetto alla battaglia della Falconaria, nel quale il castellano non sarebbe




                55  Cronica Sicilie cit., cap. LXVIII, p. 152.


             n.41                         Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIV - Dicembre 2017
                                                      ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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