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                   A continuación, Vilosa se lamentaba amargamente, pues en su opi-
                nión se podía constatar que este magnicidio fue ideado y perpetrado
                según los fundamentos de la mala razón de Estado: «Que haya llegado
                la malicia humana a cometer este grave delito esperando la ocasión en
                que se pudiese atribuir a la causa pública lo que fue arrojo temerario
                de la liviandad» .
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                   Los  integrantes  de  la  facción  Castelví  concibieron  y  perpetraron
                capciosamente su atentado en nombre del bien común. Además, el
                magnicidio se planificó atendiendo a la «ocasión» que garantizase en
                mayor medida su éxito, es decir, no fue una acción espontánea ni for-
                tuita. Todo ello se apoyaba, a su vez, en la inexistencia de reparos
                morales para lograr los objetivos políticos de los miembros de la fac-
                ción Castelví, pues atentar contra el alter ego del rey equivalía a con-
                tradecir la voluntad de Dios en la definición del orden político natural.
                Desde esta perspectiva se conjugaba la necesidad política y el impera-
                tivo moral en la defensa del bien común, lo que en opinión de los com-
                ponentes de la facción Castelví establecía un principio de legitimidad
                política irrefutable. En este punto nos gustaría traer a colación una
                idea expresada en 1640 por Saavedra Fajardo en su Idea del príncipe
                político cristiano. En la empresa número cincuenta y nueve se afir-
                maba que «la ambición lleva a muchos engañosamente a la novedad y
                al peligro […]. Las ocasiones, y la facilidad de las empresas arrebatan
                los ojos, y los corazones» .
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                   Rafael de Vilosa pudo hacer suya la idea de Saavedra Fajardo para
                constatar que el atentado contra el virrey de Cerdeña se debía enten-
                der exclusivamente como una acción en defensa de los intereses par-
                ticulares de los facciosos. Por todo ello, y atendiendo al utillaje con-
                ceptual de la época, se afirmaba que la principal causa del magnicidio
                fue el «desordenado apetito» de los miembros de la facción Castelví.
                Estos se sirvieron de la mala razón de Estado para planificar y perpe-
                trar el asesinato del virrey Camarasa.
                   Estas ideas permitían a Vilosa afirmar que el asesinato de un virrey
                se debía conceptualizar invariablemente como un crimen de lesa ma-
                jestad. También se recordaba que un virrey ostentaba el «Imperio» y la
                «Potestad» del rey sin excepción alguna. Derivado de todo ello, también
                se rechazaba que su autoridad estuviese mermada por no ser un cargo
                de carácter vitalicio, ya que «el estar circunscrito este grande Honor a
                cierto tiempo, no le altera la naturaleza» .
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                   44  R. De Vilosa, Disertación jurídica y política cit., p. 37.
                   45  D. Saavedra Fajardo, Idea de un príncipe político y cristiano, 1640, p. 282.
                   46  R. De Vilosa, Disertación jurídica y política cit., p. 45.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XVII - Dicembre 2020
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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