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                deliberación y el consejo, en el que incluso cabía la intervención del
                pueblo cristiano en su conjunto . Si el clero de la iglesia primitiva
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                consideraba además que ese procedimiento consultivo resultaba ne-
                cesario para discernir la voluntad de Dios, era precisamente porque
                no había olvidado el precepto de Cristo a sus apóstoles de que no de-
                bían imitar el comportamiento de los reyes terrenales tendente siem-
                pre al despotismo. La constante comunicación horizontal e intercam-
                bios epistolares entre obispos y diócesis, la centralidad de los concilios
                abiertos a la participación del bajo clero, o la asimilación de la falibi-
                lidad del pontífice, dejaban de ser en esa Histoire tan sólo unas liber-
                tades galicanas para transformarse más bien en una auténtica consti-
                tución de la iglesia primitiva cuya declinación procuraba neutralizarse.
                   Cumplía así la Histoire en la dimensión eclesiástica con una fun-
                ción  de  problematizar  el  presente  que  resultaba  ser  la  misma  que
                guiaba en la moral social la indagación de los moeurs de los Israelitas
                o, en el caso de La Bruyère, la Atenas de Teofastro. La Atenas de uno
                y el antiguo Israel de otro retrataban una forma de vida natural, sen-
                cilla y virtuosa moralmente muy superior a la de la Francia de finales
                del Seiscientos, que en sus textos se presentaba como lastrada por la
                corrupción cortesana, la ociosidad nobiliaria, el lujo del mundo ur-
                bano y la pobreza del medio rural. Era la identificación ya previa de
                esos vicios la que al fin y al cabo movía a Fleury a promover una forma
                de estudio que tocara todos los aspectos de la vida y condujese a una
                mejora moral integral. Y textos como el de las Costumbres de los Israe-
                litas marcaban la pauta en ese camino de reconfiguración radical de
                un cuadro de valores contemporáneos, ejemplificando a su vez la asig-
                nación de un fin social legitimador de las prácticas literarias que dis-
                tingue al Petit Concile.

                   4. Existe sin duda un amplio consenso historiográfico en la distin-
                ción de las Aventuras de Telémaco de Fénelon como la expresión más
                cumplida e influyente de esa vocación germinada en el Petit Concile
                que estimulaba la adopción del formato literario como medio y soporte
                para la diseminación de una precisa propuesta de moralidad política
                nada complaciente con el despliegue de Luis XIV. Bajo la tutela de
                Minerva corporeizado en la figura del sabio Mentor, a lo largo de su
                agitado periplo mediterráneo Telémaco, el hijo de Ulises y futuro rey


                   32  B. Hours, «Claude Fleury et le pouvoir romain: L’Histoire ecclésiastique», en S. De
                Franceschi (ed.), Histoires antiromaines. L’antiromanisme dans l’historiographie ecclé-
                siastique catholique (XVIe -XXe siècles), RESEA-LARHRA, Lyon, 2011, pp. 66-83 y D.
                Van Kley, «Civic Humanism in Clerical Garb: Gallican Memories of the Early Church
                and the Project of Primitivist Reform, 1719-1791», Past & Present, 200 (2008), pp. 77-
                120, esp. pp. 98 y ss.



                Mediterranea - ricerche storiche - Anno XIX - Agosto 2022
                ISSN 1824-3010 (stampa)  ISSN 1828-230X (online)
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