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302 Álvaro Casillas Pérez
ser determinante, hasta el punto de que su personalidad modeló la
proyección naval mediterránea de los otomanos, bien con sus opinio-
nes sobre la materia, o bien con las acciones que realizaron durante
las campañas.
Aquí es posible trazar una diferencia entre Solimán y el binomio
Dragut/Barbarroja: si el primero es representado como una figura le-
jana –casi en todas las ocasiones– del escenario mediterráneo, que
ubicaron sobre todo en la ciudad del Bósforo, o en las fronteras hún-
gara y oriental; los segundos estuvieron por el contrario muy presen-
tes en el Mare Nostrum. Si el sultán fue quien rigió la Sublime Puerta,
diseñó las políticas expansivas junto a su diwan, y el responsable úl-
timo de preparar y poner en marcha la maquinaria bélica y logística
para su consecución; ambos corsarios fueron quienes las pusieron en
práctica, y guiaron su armada hacia poniente.
Por su parte, ‘Constantinopla’ aparece en la lista como el lugar más
mencionado por los espías. De nuevo, no resulta extraño por cuanto
fue el centro de gobierno del Imperio otomano; y el espacio donde suce-
dieron una parte importante de las acciones marítimas narradas en el
corpus textual. En consecuencia, este fue el punto de referencia hacia
donde dirigieron su mirada o viajaron para obtener sus avisos. Otro
punto importante de la geografía mediterránea muy nombrado fue ‘Ar-
gel’, único bastión de la media luna en su cuenca occidental. En este
caso, la razón principal tiene que ver con su papel como capital del
corso berberisco que propulsó su conquista por Oruç y Hayreddin Bar-
barroja en 1516. Anualmente, desde su puerto, flotillas corsarias se
conformaban para salir a saquear las costas hispánicas e italianas, o
para aguardar en puntos cercanos a rutas de comercio importantes
para asaltar los navíos cristianos, todo ello con la esperanza de co-
brarse un rico botín material y humano. Con espacio suficiente para
hacer invernar a una parte importante de esos barcos, y hacer repa-
raciones, la ciudad era además lugar habitual para la venta del pro-
ducto obtenido en estas expediciones, especialmente de cautivos que
terminaban por engrosar el tamaño de su población .
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En la lista, también se hallan referidos ‘Túnez’ y ‘Francia’. El pri-
mero estuvo en realidad muy presente tanto en la política otomana
como en la hispánica. La razón tanto de Solimán como de Carlos V y
de Felipe II para controlar este enclave estuvo en la posición estra-
tégica que tuvo en el canal de Sicilia y, con ello, para el control del
Mediterráneo central. Su dominio por el enemigo supondría para el
bando hispano-imperial un aumento de la peligrosidad turca contra
las costas italianas, al contar con un puerto seguro donde resguardar
22 Miguel Ángel de Bunes Ibarra, Los Barbarroja cit., pp. 65-74.
Mediterranea - ricerche storiche - Anno XX - Agosto 2023
ISSN 1824-3010 (stampa) ISSN 1828-230X (online)